Todos recuerdan su bondad, su espíritu colaborador, su sencillez y su profesionalidad, entre otras cualidades que definían la personalidad del actor asturiano Carlos Álvarez-Nóvoa, el abuelo de la película "El vuelo del guirre" (2007), de los hermanos Ríos y que falleció en Sevilla con 75 años.

Aquel filme, que culminó la trilogía de los cineastas tinerfeños dedicada a la emigración canaria, fue el número veintiuno de su filmografía, hizo treinta y tres, cuyo último papel lo realizó este año en "Asesinos inocentes", aunque ya obtuvo un Goya por su trabajo en "Solas" (1999).

Adrián Rodríguez tenía 16 años cuando se estrenó en el mundo del cine de la mano de los hermanos Ríos. Hizo el papel de Zeben en "El vuelo del guirre", en el que Carlos Álvarez-Nóvoa fue su abuelo, Benigno Ramos, un viejo cansado que regresó de Venezuela.

Esta cinta, cuya música era de Benito Cabrera, situó al anciano Benigno en la isla, de donde huyó de polizón en un barco hacía cuarenta años. Regresó con el peso de la culpa de un homicidio que ocurrió en Tenerife y con la ilusión del reencuentro con la familia que tuvo que abandonar. Sólo su nieto Zeben (Adrián Rodríguez) lo aceptó. Abuelo y nieto emprendieron un viaje en moto en el que compartieron experiencias y recuerdos.

"Fue una oportunidad especial para mi, porque sólo había trabajado en televisión. Era pequeño y fue algo que me ayudó mucho profesionalmente y como persona. Estoy muy agradecido a Santiago y Teodoro, que contaron conmigo y confiaron en mi. Hacer mi primer largo fue muy emotivo".

Este actor, conocido por sus papeles en "Los Serrano", "Física o química" y ahora "El chiringuito de Pepe" y "Tu cara me suena", recuerda con especial cariño a Carlos Álvarez-Nóvoa. "Todos los recuerdos son especiales, porque desde el minuto uno hasta que nos despedimos y terminamos la película fue como una relación real de ese abuelo y ese nieto. Siempre le preguntaba de todo y el siempre me respondía. Fue una relación muy buena, porque por desgracia me quedé sin abuelos bastante pronto y al conocerlo fue como una figura que lo identificaba con mi abuelo real. Se presentó esta película con la mala suerte de que no llegó a la península, sólo se vio en las islas".

Rodríguez está muy apenado por la pérdida de este magnífico actor, "al que admiró de verdad, no por quedar bien. Ha sido un palo enorme. Aprendí muchísimo de él. Lo responsable que era con todo. Da la casualidad de que nos volvimos a encontrar en el Chiringuito, y estuvimos comentando todo. Venía de vez en cuando y da la casualidad de que hacía el papel de abuelo, que siempre le he visto hacer".

Todos son halagos hacia el entrañable actor asturiano, que también era licenciado en Filología Hispánica y Derecho, escritor, profesor y director teatral. "Lo de él no era enseñar, era simplemente fijarte. Como preparaba las secuencias, tenía una especie de octavillas de lo que íbamos a hacer en el día. Lo tenía todo superorganizado. Era un actor en toda regla y una magnífica persona. La naturalidad con lo que hacía todo, siempre de buen humor, se tomaba todo con mucha filosofía. Amaba su trabajo y, a veces, tenía más energía que yo. Para mi ha sido uno de los mejores actores de este país".

Con respecto al filme "El vuelo del guirre" indicó que era una buena película, "en la que logré un acento canario muy trabajado escuchando la radio para parecer un chaval de allí. Recuerdo que estaba trabajando en Los Serrano y cuando volví me notaron un cambio enorme. Después de esa experiencia me sentí un actor de verdad y dispuesto a cualquier cosa".

Por último, aseguró que no le importaría volver a trabajar con los hermanos Ríos en lo que quieran, además de ofrecerse a participar en cualquier homenaje que se organice en recuerdo de Carlos Álvarez-Nóvoa. "Me apunto a hacer un segundo o un tercer estreno en su memoria, o hacer un visionado en la península. Me apunto a poner mi granito de arena y ayudar en lo que se haga en su memoria".

Los hermanos Ríos también están muy afectados por la pérdida del actor asturiano al que "ficharon" para la película en Lanzarote. Asimismo, se sintieron dolidos porque no fuera estrenada en la península porque fue realizada en una época de "vacas flacas" en cuanto al apoyo al cine en las Islas y en su distribución en la península.

"Era todo un caballero, un hombre de cultura y educación, y un amante de su profesión de actor. La pasión que le echó a la película con nosotros, el cariño y la bonhomia de su persona. Era un ejemplo en todos los sentidos. Siempre mantuvo una relación con nosotros. Él tenía mucho cariño a la historia que narramos en la película, la vuelta de un emigrante con una deuda pendiente. Ha sido una gran pérdida que no esperábamos", confesó Teodoro Ríos.

Santiago Ríos también se mostró muy dolido por la irreparable pérdida del "abuelo" de su tercera película. "En cuanto lo vimos dijimos: es el que estamos buscando para el papel. Era un caballero, la elegancia, la bondad y un gran profesional, de la categoría de Paco Rabel o Fernando Rey. Era afable, tierno, cercano, muy responsable y con mucha energía. Le encantó el personaje que le dimos. Recuerdo que en el guión el abuelo tomaba infusiones y él dijo, no tomaba cerveza. Nos reímos y lo cambiamos".

Roberto Ríos explicó que le dio "una pena del carajo. No solo era un buen actor, sino buena persona, con un carácter muy juvenil y muy dispuesto a cualquier cambio inesperado en la producción, incluso aportaba soluciones. Todo era muy fluido con él".