Atiende esta llamada telefónica antes de asistir a la partida de dominó de todos los martes. "Mejor la hacemos ya porque esas reuniones nunca se sabe cómo pueden terminar", bromea el escritor grancanario José Luis Correa (1962), quien está de vuelta en la sección de novedades literarias con la publicación de "Mientras seamos jóvenes" (Alba Editorial). "Soy un gran escuchador y observador", matiza el profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. "En esas partidas siempre aparecen muchas historias y, además, yo tengo una mirada galdosiana... Dicen que este mundo es de los exhibicionistas y de los mirones, pues yo creo que estoy en el bando de los mirones", confiesa un autor que, sin desligarse de las ataduras de su pasado narrativo, alarga su horizonte como novelista tratando un asunto tan problemático como es el de la violencia de género.

El profesor Correa envía al detective Ricardo Blanco a la ULPGC a esclarecer el asesinato de una alumna de doctorado extranjera que aparece violada y asesinada. "Muchos amigos consideran que mi novela no es negra; que es medio gris... Puede ser. Lo que está claro es que mi ritmo narrativo se acerca mucho más al bolero que a una trama de puñalada tras puñalada", especifica el docente en una fase de la conferencia en la que advierte de que "todas las novelas tienen música y las mías son muy danzarinas, suaves, casi de reflexión... Este es el mismo universo literario de Ricardo, Álvarez, Susana y otros personajes que han ido creciendo en los últimos años, pero en el que han coincidido dos cuestiones que me perseguían desde hace tiempo. "Aunque es algo que ya traté por encima en otras obras, el tema de los malos tratos era algo que desgraciadamente captó mi atención hace años. Luego, otro factor fue el empeño que puso el rector de la Universidad de Las Palmas para que escribiera un libro que estuviera localizado en esta institución", incide sin ocultar el eje cartesiano de su producción. "Soy uno de esos escritores que creen que los temas no se eligen, sino que son ellos los que buscan a un novelista", revela el creador de los títulos "Quince días de noviembre"; "Muerte en abril"; "Muerte de un violinista"; "Un rastro de sirena"; "Nuestra Señora de la Luna"; "Blue Christmas" y "El verano que murió Chavela".

"El rector había bromeado, no exigido, con la idea de que ocurriera algo grave en la ULPGC. Yo le insistí varias veces, más que nada con el propósito de que se fuera olvidando del tema, de que mis personajes eran bastante canallas y que no sabía si podían encajar en una institución tan modélica. Al final me vi en la tesitura de volver a mis raíces: uno de mis primeros cuentos se desarrolla en La Laguna -"La verdadera historia de Helena-con-hache"- cuando era estudiante universitario. Aquí lo único que he hecho es cambiar de universidad", argumenta en un punto en el que se fusionan violencia y educación. "El maltrato no distingue entre clases; hay uno muy cabrón que lo ejerce gente bien formada. Esto es un mal que no tiene que ver con el grado de cultura que pueda tener una persona, con su nivel educativo o con el dinero que pueda tener esta en el banco. A partir de ahí intenté darle forma a una reflexión. ¿Cómo es posible que alguien pueda darle una paliza hasta matarla a la madre de tus hijos? Esa situación salvaje la tenía que afrontar, no sé si bien o mal, desde la perspectiva del novelista", reivindica el grancanario. Correa acaba la conversación con una respuesta que aclara el panorama literario actual. "Ningún escritor te va a reconocer jamás que es un autor de novela negra. Él solo se reconoce como escritor, lo que pasa es que lo que hace le da para ser un autor de textos negros u oscuros".

José Luis Correa

Escritor / "Mientras seamos jóvenes"