El fútbol es un espejo de la vida. Algo sencillo y fácil de entender. De hecho es tan fácil de entender que en este país los mejores entrenadores son millones de ciudadanos sentados cada domingo en las gradas. Una de las grandezas del fútbol es el resultado. Si un equipo le mete a otro cinco a cero, el entrenador derrotado no tiene el menor empacho en reconocer que les han dado una paliza. Y si los equipos empatan, no existe ningún enterado que salga diciendo que, aunque hayan quedado uno a uno, en realidad han ganado ellos. Eso sólo pasa en las elecciones.

En Cataluña se ha producido un empate entre los independentistas y los que no lo son. Se han repartido la mitad de los votos. En vez de reconocer algo tan sencillo unos y otros se han puesto a interpretar el resultado intentando convencer a los medios de comunicación que han ganado ellos.

Lo malo de los empates es que no dejan contento a nadie. Y esto en Cataluña se nota. Y en Madrid también. De la noche electoral me quedo con eso y con la ya certeza -después de una serie de cuidadosas observaciones- de que el pelo de Artur Más está pintado sobre su cabeza o se lo han grapado de alguna manera, porque ni bailando al viento se le descompone el tupé.

Ahora van a empezar a pasar cosas. Pero nada grave, no se preocupen. Lo primero es que se va a liar porque Mas no tiene claros los votos que necesita para ser elegido presidente. El patriotismo cálido es capaz de albergar a mucha gente de diferente pelaje, pero hay algunos que sencillamente no se soportan. Habrá turbulencias y hasta es posible que Más tenga que echarse a un lado, para lo que se necesitará el empuje de unos doscientos camiones, tres grúas portuarias y cinco millones y medio de personas tirando de una soga. Pero todo sea por la hoja de ruta.

¿Qué pueden hacer los independentistas desde el Gobierno? Pues crear los instrumentos propios de un Estado dependiente que son un ejército, un cuerpo de embajadores, un banco central que emita moneda, una agencia que recaude pasta (que no sea el Palau, sino una agencia tributaria) y poco más. A eso se van a poner desde el minuto uno. Y a ver qué hace Madrid.

Claro que habrá otra cosa interesante. En diciembre habrá elecciones generales en España. Y me pregunta un colega mío: ¿se presentarán los independentistas catalanes a unas elecciones de un Estado ajeno? Porque mira tú por dónde, sería como si Mariano Rajoy se presentara a la primera vuelta de las presidenciales francesas, que Dios no lo quiera, porque lo de la invasión napoleónica ya fue hace muchos años y no hay que guardarles rencor a los gabachos. No supe qué responderle. Pero él tenía muy claro que se van a presentar. ¿Por qué? Por la pela. Por colocar a unos cuantos diputados y por la pasta. No se olviden que son independentistas, pero además son catalanes.