Leía días pasados unas manifestaciones de nuestro presidente del Gobierno de Canarias, don Fernando Clavijo, respecto de las elecciones llevadas a cabo en Cataluña. Afirmaba don Fernando, no acierto a comprender con qué motivo, que dichas elecciones no habían sido plebiscitarias. Ello cuando en el proceso electoral el "catalonio" Sr. Más y comandita habían manifestado, de todas las formas y en todos los medios, que tales elecciones eran plebiscitarias. Ello cuando, concluido el proceso electoral, el "catalonio" (Catolonia is not Spain) Sr. Más seguía diciendo que las elecciones habían sido plebiscitarias. ¿Qué se le había perdido a don Fernando en tales elecciones para manifestarse como lo hizo? No acierto a comprenderlo.

Tampoco acierto a comprender que en este tenso proyecto desarrollado por la estirpe "catalonia", las elecciones en aquella Comunidad todavía española, don Fernando Clavijo girase visita a Euskady para compartir tiempo y presencia pública con el presidente de la Comunidad vasca. ¿Cuáles son las pretensiones de don Fernando Clavijo? ¿Está marcando espacios y contactos para la independencia de Canarias? "Dime con quien andas y te diré quien eres", afirma el aserto.

Me parece que Canarias tiene suficientes problemas de peso que solucionar (sector industrial paupérrimo y descendente en el PIB; sector agrario maltratado a lo largo del tiempo y con mínima incidencia en el PIB y en el consumo interno; paro desbocado) como para que el presidente de la Comunidad ande metiéndose en charcos que devienen en lodo movedizo.

Tenía, y quisiera seguir teniendo, un alto concepto de don Fernando Clavijo por su quehacer como teniente de alcalde de La Laguna y luego alcalde y por sus formas de ser y estar. Las manifestaciones que he comentado y su presencia junto al latente independentista presidente de Euskady en tiempo altamente tenso respecto al devenir de España como la nación que proclama la Constitución, me parecen de una frivolidad altamente perniciosa.

Si esta percepción mía careciese de sentido, desearía verlo aclarado negro sobre blanco. Y si tuviese sentido, bueno sería que dejásemos las caretas en el arcón y apechugásemos cada cual con el acontecer a cara descubierta.