Una tensa relación caracteriza la vida en la sede de la Afilarmónica Ni Fú-Ni Fá. Nunca antes habían estado tan distanciados la directiva de la sociedad y el "grupo murga", como se denomina a los componentes que son la imagen de la institución cada Carnaval. La división de la parte institucional con la murga se abrió a comienzos de septiembre, cuando la directiva que preside Tino Cortés decidió echar al cantinero por incumplir, en su opinión, las condiciones para llevar la cantina, más de limpieza que de gestión.

Podría ser algo baladí, pero la murga lo defendió como propio. La asamblea de socios propietarios, que poco tienen que ver con los que salen a la calle, evidenció una situación económica muy distante de los 24.000 euros que dejó el equipo anterior y reculó con la cantina. La murga, liderada por José Antonio González "El Flaco" -fichado hace tres años-, ganó una batalla, pero no la guerra.

Reconducido el tema de la cantina, la directiva decidió pasar factura a quien considera líder del grupo. Así, convocó al Flaco a una reunión previa al inicio de los ensayos. ¿Motivo oficial? Dada la delicada situación económica, no poder mantener la asignación del par de cientos de euros al prestigioso letrista y director musical. Parecía una propuesta envenenada. Sin dinero, se marcharía, pensaron. Pero el Flaco decidió continuar sin cobrar un euro. Ni por un escaldón, porque con el ambiente que hay en la Fufa... Lolo es el único miembro de la directiva que sigue; el secretario, considerado un "desertor del Flaco", se marchó, junto a Javier Guadalupe que, al menos hasta las elecciones de abril, está alineado con el presidente. Los miembros de la directiva parecen hoy extraños en su casa; y los de la murga, hijos no reconocidos. Una guerra... fría.