Días pasados me veía en la necesidad de archivar unos documentos y no contaba con archivador disponible alguno. Decidí desalojar la documentación de alguno de los 125 que tengo ocupados. Opté por uno que tenía identificado como "Prensa edilicia". Craso error. Cuando lo abrí, lo primero que me encontré fue una entrevista que en junio de 1987 me hacía Ricardo Acirón. Continué pasando hojas y allí estábamos con nuestras caras de 1984/85 Marisa Zamora, Macario Benítez, Isidoro Sánchez, Ana Oramas, Alfredo Mederos, Gaspar Sierra, Luis Balbuena, y una larga nómina imposible de citar aquí pero que me traen afectivos recuerdos. El archivador volvió a su lugar. Compré unos nuevos.

Releyendo aquellas entrevistas me encuentro con alguna cosa de la que he tenido que desdecirme después. Así, el 2 de julio de 1984, a la pregunta "¿Qué medidas del Gobierno socialista le merecen respeto y aprobación?" respondía yo: "La actuación en le caso Rumasa. La reconversión industrial. La agilización de la estructura militar". Pasado el tiempo me retracté de mi consideración respecto del caso Rumasa. Es muy posible que aquella afirmación mía estuviese condicionada por la tremenda ilusión de lo que íbamos a hacer bien tras la clamorosa victoria electoral de 1982, en la que participé como administrador de la campaña en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. El tiempo y las actuaciones me hicieron ver luego que aquello había sido una confiscación con nocturnidad y alevosía; que después se legisló la "expropiación" que aprobó el Tribunal Constitucional con el voto de calidad de su presidente, supongo que por una extraordinaria presión del Gobierno, y que le llevó a exiliarse allende nuestras fronteras quizás por la mala conciencia que aquel acto le produjo. Aquella "expropiación" devino en impagos del justiprecio de lo expropiado y la liquidación a precio de saldo entre amiguetes de aquel Gobierno que obtuvieron pingües beneficios en las transmisiones posteriores.

De aquel ayer y de aquella campaña recuerdo el tiempo en que junto a otros compañeros, Tallo, Lasso, Baudilio... le dediqué con mucha ilusión y austeridad, pese a los cantos de sirena: Alberto de Armas, paz descanse, me aseguró que de Venezuela llegarían 500.000 ptas. Nunca llegó aquel "incentivo". En cuatro archivadores conservo copia de toda la documentación de aquella administración que, concluida la campaña, entregué en Madrid a la responsable de la campaña general, Aída Álvarez, de quien luego se descubrirían asuntos poco claros de disposición de fondos.

Otra de las preguntas que se me hicieron en aquellos diálogos fue. "¿Qué libro le gustaría escribir?", a lo que contesté: "Mis vivencias, mis memorias". Cosa que no he hecho y creo que no haré. De alguna forma mis vivencias, mis memorias, están en la hemeroteca después de más de treinta años colaborando con Jornada y EL DÍA.