Domingo Hernández nació en 1915 en el Puerto de la Cruz y con apenas cinco años emigró con su familia a Estados Unidos. Allí adquirió el nombre artístico de Tom Hernández y trabajó como actor secundario o extra con diálogos o acción en varias películas y logró fama como maestro de ceremonias de la popular Feria de San Diego (San Diego County Fair). En este evento multitudinario ejerció como maestro de ceremonias entre 1947 y 1984. Esa feria le permitió conocer a Raquel Tejada, una joven empeñada en triunfar a la que Tom Hernández llevó a Hollywood, donde se convirtió en un mito: Raquel Welch.

Que Tom Hernández descubrió a Raquel Welch no es ninguna exclusiva. La historia ya la desveló en mayo de 1974 la revista Fotogramas con un amplio reportaje, y su protagonista la repitió en varias entrevistas. Sin embargo, Hernández aún es prácticamente un desconocido en su isla natal. Un olvido contra el que lucha el investigador y socio fundador de la Sociedad de Genealogía y Heráldica de Canarias, Moisés Raya Pérez, quien trabaja desde hace varios años para lograr que la vida de Hernández se conozca y reconozca al menos en la ciudad donde nació. Raya quiere hacer extensivo este reconocimiento a Pepe Hern, hermano de Tom, que nació en EEUU y también logró hacer carrera en Hollywood.

El pasado día 9 se cumplieron cien años del nacimiento de Tom Hernández, pero ninguna administración pública ha apostado aún por el sencillo proyecto que Raya plantea para que la vida de este portuense internacional no siga pasando desapercibida. Su iniciativa propone cuatro sencillas acciones: dedicar una calle a Tom Hernández -y otra a Pepe Hern-; organizar un ciclo de proyecciones de películas en las que intervinieron ambos hermanos; organizar una exposición de fotos sobre estos dos actores, y editar un libro dedicado a esta familia emigrante.

Raya recuerda que este portuense ilustre estudió baile e interpretación en EEUU e intervino en pequeños papeles en películas de Hollywood como "Tarzán y la esclava" (1949), "Mi amor brasileño" (1953), "Empezó con un beso (1959)", "Aló, le habla el asesino (1960)", "Los comacheros" (1961) o "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" (1962). También actuó en películas rodadas en España como "El reflejo del alma" (1957), "Cuatro locos buscan manicomio" (1980), "Asalto al casino" (1981) o "Tunka, el guerrero " (1983).

Hernández no triunfó en el cine, pero sí logró fama y reconocimiento como el eterno "Don Diego", el galán californiano que siempre abre la Feria de San Diego al grito de "¡Bienvenidos, amigos!". Una estatua de bronce en su honor, en la entrada del recinto ferial, demuestra el impacto que Tom causó en San Diego.

En este evento se elegía a una reina de la belleza y, entre las jóvenes galardonadas en su etapa, Raquel Welch, Marla English, Salli Winning o Linda Taylor.

De Welch, Tom Hernández contó en una entrevista realizada por Javier de Montini en 1976: "Era una chica ambiciosa. La más soñadora de todas mis reinas. Quería ser una estrella. Me dijo: Tú ponme el primer escalón, ayúdame a dar ese paso, que yo haré sola el resto (...). Y yo la llevé a Hollywood. Me lo pidió. Conseguí que le hicieran una prueba en los estudios de la Warner Bros".

Ahora solo falta que Tenerife redescubra a Tom Hernández. Un artista que volvía cada año a su Puerto de la Cruz -donde inauguró el cine Chimisay-, y que intentó, sin éxito, reencontrarse con su amiga Raquel Welch en su isla mientras la actriz rodaba en Las Cañadas "Hace un millón de años" (1966).