El concepto de nación está dando quebraderos de cabeza a políticos de ciertas organizaciones pues ocasiona que naveguen en un mar de confusionismo. Sobre todo, cuando se insiste que este termino no lo reconoce la Constitución de 1978. Cuestión que sí asumió sin ningún tipo de reparos la federalista de Pi Margal.

Por lo tanto, visto los avatares de la historia lo que funciona en determinados momentos de la acción política no es aventar la realidad de los pueblos, sino atemperar posibles cuestiones de desarreglos territoriales que a los padres de las Constitución les dio pavor y no pasaron del termino de nacionalidad para algunos territorios, lo que hizo manifestar a Julián Marías que el concepto de nacionalidad es encorsetado y fuera de la ambición legitima de los pueblos.

Los que han estudiado estas cuestiones tienen clara la definición política de nación, y así se reconoce a aquel territorio cuyos habitantes de manera mayoritaria comparten la misma cultura, que tiene un pasado que les impulsa a iniciar el camino de un nuevo futuro amparados en el derecho a autodeterminarse, a decidir que hacer.

Derecho que es un espacio que cae dentro de la ideología liberal y que no es un estorbo para nadie, ni un temor sobreañadido, puesto que es el derecho mas consustancial que puede tener cualquier pueblo de la tierra.

Cuando se discuten estas cuestiones , sobre la autodeterminación, se falsea la historia e intenta confundir a la gente cuando dicen que este derecho fue reconocido por las Naciones Unidas para aquellos pueblos que están sometidos a presiones o yugos coloniales. Es verdad que al principio fue así, en esa resolución de la ONU de 1960.

Pero en 1966 este reconocimiento se hizo extensivo a cualquier pueblo que pretendiera decidir sobre que situación política deseaba tener o que tipo de o contrato a desarrollar desde dentro, sin imposiciones y con convencimiento de una amplia mayoría que así lo ha decidido.

La Unión Europea funciona así, la integración de los diferentes estados que la componen ha sido por el camino, aunque solapado, de la autodeterminación de esos países que así lo han decidido. Como llegado el momento si deciden salirse -vamos a llamarlo así- de esa pseudofederación europea lo harán sin ningún tipo de reparo.

Si el Estado español es un estado plurinacional no sé a qué viene tanta timoratez a poner las cosas en su sitio. El decir nación abre los espacios para los entendimientos y, sobre todo, en comportamientos centralizadores ombliguistas que pretenden ignorar que desde la diversidad se fortalece la unidad.

Cuestión que asume el federalismo que es un avance, aunque tímido de organización política, pero al menos se puede abrir un nuevo espacio para la concordia política, si es que hay ganas de hacerlo.