Fredy Massad, arquitecto argentino y crítico de esta disciplina en ABC, medio en el que defiende el blog "La viga en el ojo", mantiene la teoría de que la arquitectura sigue, en parte, inmersa en la cultura del espectáculo, además de cuestionar el fenómeno de los arquitectos estrella y los edificios "icónicos", como el Guggenheim de Bilbao o la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia.

Este profesor de Teoría y Crítica de la Arquitectura en la Universidad Internacional de Cataluña participó el pasado viernes en la Semana de la Arquitectura promovida por la Vocalía de Cultura de la demarcación del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias en Santa Cruz (COAC), con la colaboración de la Hermandad Nacional de Arquitectos y la Universidad Europea de Canarias. Impartió una charla sobre "Iconos y estrellas. La construcción de un mito", además de presentar su libro "La viga en el ojo. Escritos en el tiempo".

Massad, que se mostró muy crítico con los dos edificios más "icónicos" de la capital, el Auditorio de Calatrava y el TEA de Herzog&De Meuron, explicó en el Colegio de Arquitectos lo que es la crisis cultural en la arquitectura, su pérdida de ideología, de su cometido y del sentido de dicha profesión.

"Uno de los problemas es la creación de la arquitectura como objeto icónico. Eso tiene que ver con el efecto Guggenheim de Bilbao. Ese mismo efecto se intenta plasmar en gran parte de las ciudades de España, como una especie de edificio icónico, una especie de atracción de viajeros y turistas".

También incidió en la idea de como la arquitectura deja de responder a la cultura del lugar y a su cometido principal, que es hacer la vida mejor para los habitantes, y cómo se termina transformando, no en un lugar para habitar y trabajar sino en un objeto de marca, de consumo, que está fuera del mercado y de un proyecto común de los arquitectos.

Para este estudioso del arte de diseñar edificios, este "cambio" surgió con el "efecto Guggenheim" y su innato concepto de arquitectura espectáculo. "El Guggenheim (G) es un éxito y ese éxito intenta trasladarse a otros lugares y terminan siendo grandes fracasos".

Puso como ejemplo muy claro un capítulo de la serie televisiva "Los Simpson" que recuerda con cierta ironía, en la que los habitantes de Springfield intentan hacer un auditorio para una orquesta filarmónica y en un momento determinado deciden llamar a Frank Gehry. "Cuando se hace el edificio, que es una copia del G, se dan cuenta de que no les interesa la música y que hicieron el edificio por la idea de tener un arquitecto estrella y hacer un edificio icónico".

Desde su punto de vista, esta es una arquitectura que es una imposición de las necesidades, a pesar de defender la realidad de que el G. "es un edificio exitoso, pero que lleva a la arquitectura a una deriva que va más allá de la pérdida de objetivos. Es la arquitectura que pasa a ser un objeto de consumo".

Para él, esta situación tiene que ver con el dominio del neoliberalismo, después de la caída del Muro de Berlín, momento histórico en el que se pone a la arquitectura en un contexto que tiene que ver con una cultura del consumo, realidad que vacía la arquitectura de contenido teórico y, en cierto modo, ético.

También considera que los arquitectos estrella son fruto de un tiempo, que no solo tienen que ver con el edificio como objeto de consumo, sino con el propio arquitecto como objeto de consumo.

"Volviendo al capítulo de los Simpson. A Gehry no lo buscan como arquitecto, sino como hombre famoso, como una especie de personaje mediático, pero no reconocen ninguna de sus virtudes como arquitecto. Esto unido a la cultura de la burbuja inmobiliaria crea esta idea de edificios".

"Podemos hablar de la Ciudad de la Cultura de Galicia. Es un edificio fallido que nace a raíz del efecto G, y la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia de Calatrava, y otros muchos edificios que se fueron construyendo sin ser motivados por una necesidad, sino solamente por poseer una marca. Son edificios que no construyen ciudad, sino que están creados por arquitectos estrella que, metafóricamente, los diseñan desde el avión. No importa el entorno, sino que el edificio se hace tanto para Tenerife como para Dubái. No hay un contexto".

Massad enseguida aclaró que el Auditorio de Tenerife y el TEA son dos ejemplos de este tipo de arquitectura que, critica, que no le interesa, aunque es fácil hacerlo hoy en día. "Creo que es de lo que hablábamos de arquitectura impuesta".

Este arquitecto que no ejerce como tal, decantándose por la docencia y la crítica, cree que "Calatrava es un personaje hoy completamente denostado por el mundo de los arquitectos y no voy a ser uno de los que colabore en esto, porque me parece que Calatrava fue usado como una especie de chivo expiatorio de todos los males de la arquitectura. Comparto que Calatrava me parece un arquitecto muy sobrevalorado y que el Auditorio es un edificio dudoso, por no decir malo".

En este sentido, reiteró que es "el típico edificio, a pesar de que es casi contemporáneo al G o un poco posterior, que es un capricho de la arquitectura, una especie de idea de la arquitectura escultórica. Ahí está el problema, se piensa más en el monumento urbano que en que el edificio funcione, y por lo que comentan funciona realmente mal como auditorio. Ese es el gran fracaso de la arquitectura. No es criticar a Calatrava porque nos caiga mal".

El colaborador de ABC en temas de arquitectura abundó en la idea de que el Auditorio de Tenerife responde a unas cuestiones y un presupuesto que no son necesarios para la arquitectura de hoy en día.

"Creo que en el Auditorio estás viendo todos los males de esta arquitectura impuesta, que podía estar aquí como en Dubái, Madrid o Barcelona. Es una arquitectura preestablecida y que no está pensando en el habitante, sino en una especie de esculturización de la arquitectura, en vez de cómo lograr un auditorio que sea realmente óptimo para su función (...). La arquitectura debe tener una cierta identidad, pero cuando prima la esculturización sobre la funcionalidad es un fracaso de ese edificio".

Massad también quiso opinar sobre el Tenerife Espacio de las Artes de Santa Cruz (TEA), diseñado por los arquitectos suizos Herzog & De Meuron. "A pesar de que es un edificio implementado en la ciudad, creo que es un fracaso porque es de un momento en el que los edificios se sobredimensionaban. Me parece que antes de pensar en lo que debía de ser se estaba pensado, primero, en traer a unos arquitectos que estaban de moda en esos momentos, Herzog & De Meuron, y después no pensando de nuevo en el usuario, en qué necesidad se tenía de hacer un edificio expositivo. Esto no es una crítica sola al TEA o a Calatrava. Es una crítica en general. Creo que en Tenerife estos dos son muy buenos ejemplos para ver lo que es la arquitectura de este periodo del Star system".

"También quiero dejar claro que una cosa es criticar el Star system y los edificios icónicos. Eso es muy fácil. La idea es decir por qué llegamos a ese punto, por qué hay un vacío cultural en la arquitectura y por qué el crítico de la arquitectura no supo hacer una lectura crítica de todo esto".