El Cabildo de Tenerife duda de la idoneidad de construir el parquin subterráneo en la plaza de la Patrona de Canarias, la popularmente conocida como "plaza de la Basílica", debido a su "muy importante" coste y a los problemas de congestión de tráfico que podría acabar generando en el casco candelariero.

"Sigo insistiendo en que el planteamiento no debe ser sí o sí parquin en la plaza", apunta el presidente de la institución insular, Carlos Alonso, que considera que se pueden encontrar otras alternativas para resolver el problema de aparcamiento en la zona sin necesidad de realizar la infraestructura en cuestión.

Como se recordará, la remodelación de la plaza es un viejo proyecto que la crisis ha ido frenando desde hace años y que no solo se quedaba en la mejora, sino que también contemplaba, entre otras cosas, que se instalase bajo ella un parquin subterráneo.

A entender de la Corporación tinerfeña -de la que depende la actuación al tener esta carácter insular-, el aparcamiento estaría ubicado en un punto muy cercano a la costa y con el nivel freático demasiado bajo, y, sobre todo, implicaría un elevado coste adicional a una acción prevista en una superficie de 46.600 metros cuadrados.

No es el único problema que percibe Carlos Alonso. "En nuestra opinión genera un cuello de botella, porque atraería tráfico a esa zona que tiene pocas vías de entrada y de salida", argumenta el político nacionalista, que puntualiza que, en ese caso, la solución que se introduciría para resolver las dificultades de estacionamiento podrían acabar derivando en un aumento de la congestión en ese entorno.

Estas consideraciones han sido transmitidas al Ayuntamiento de Candelaria en las conversaciones que ha mantenido con el Cabildo tinerfeño, que también apuesta por que se realice un estudio de movilidad de la zona.

Sea como fuere, y con independencia de cuál sea la solución definitiva, Alonso detalla que la institución insular tiene previsto incorporar financiación para esta obra en los presupuestos de 2016 si se acaba acordando qué hacer, lo que permitiría empezar con las labores de remozado.

Sería ese el arranque definitivo de una actuación que ha tenido que hacer frente a numerosos avatares durante años, sobre todo por el factor financiero. Prueba de ello es que la Corporación tinerfeña llegó a anunciar en 2012 la posibilidad de que los trabajos empezasen en el ejercicio siguiente, una vez estuviese la redacción completa del proyecto de remodelación del que es uno de los espacios más emblemáticos de la Isla.