Dentro de la mediocridad programática televisiva, a veces surgen espacios singulares que contienen algunas pinceladas de originalidad, las cuales entremezcladas sabiamente constituyen un motivo de distracción para el hastiado espectador, al que los machacones mensajes políticos les viene ya demasiado cansinos como para prestarles atención. Y son sus representantes, conocedores del nivel de aceptación mayoritaria, los que acuden como moscas al panal de miel de estos programas de mayor audiencia, para dar a conocer -bien asesorados- sus perfiles más humanos, queriendo demostrar que son mortales como los demás. De ahí estas calculadas exhibiciones danzantes de algunos, como la del candidato a las catalanas Miguel Iceta, removiendo sus michelines al son de una música agresiva. Y esta acción, que se ha considerado como el pistoletazo de salida de lo que aún está por venir, ha sido secundada por la coreografía bailona de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, en el "Hormiguero"; alter ego -aunque yo diría que con ventaja a su favor- del presidente Rajoy que, según confesó por él, tiene sus preferencias ancladas en los ritmos de los ochenta, pese a querer ser progresista en sus manifestaciones sobre "su" milagro económico. Algo que no cuela en la mayoría ciudadana, con empleos de salarios bajos o congelados, en el mejor de los casos, o con contratos basura por un día, como ha revelado esta Casa, refiriéndose a los 60.876 suscritos en Canarias en lo que va de año, del total de los 519.000 ofertados. Dicho así, las palabras del dirigente popular suenan a chiste zafio y carente de gracia.

En lo que a nosotros compete, que seguimos bailando con la más fea y a ritmo muy mediocre, los esfuerzos se centran en limar las asperezas de los protagonismos e insularismos trasnochados, tratando de consensuar un acuerdo global entre el Gobierno autonómico y de prefinanciación de los Cabildos, que sirvan de punto de arranque para agilizar las obras paralizadas de las carreteras, que demandarían, no hay que olvidarlo, mano de obra nueva de la oficina del paro. Dicho sea con la premisa del progresivo incremento de la deuda incumplida del Gobierno central con Canarias, que mucho me temo esté tan disipada como las aportaciones iniciales de los cabildos respectivos a fondo perdido para empezar a ejecutar sus proyectos, de acuerdo con las directrices del convenio de carreteras suscrito con el Estado.

A día en que escribo, fiesta de la Hispanidad, donde se enlazan las luces con las sombras de un pasado colonizador, reducido ya a parte de una península y dos archipiélagos, en el que el nuestro más alejado lleva la peor parte del reparto, la lógica diferenciadora habla de conseguir mejor y mayor representatividad nacionalista en las cámaras legislativas en las próximas generales -porque las de los partidos estatales no cuentan-, aunque para ello tendría que haber un milagro o un cambio inmediato sustancial de actuaciones y logros en una ciudadanía escéptica, que debiera ser sagaz a la hora de percibir la dejación de los rivales estatales, y optar por servir de puente de gobernabilidad, bailando luego con el que más haya danzado durante la campaña previa a las elecciones y a pesar de la evidente sosería temperamental de algunos candidatos para mostrarse y convencer a los votantes. Ignoro cuál será el marco más idóneo para la coreografía, aunque la lógica me inclina hacia los medios audiovisuales y a sus tantos hormigueros.

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