Tras la confirmación de la destrucción deliberada del patrimonio arquitectónico universal de la histórica ciudad de Palmira, en Siria, muchos se preguntan por qué tanto hincapié en reducir a polvo y piedras un pasado arquitectónico excepcional. Tanto la arquitectura como el arte nos definen como cultura, dan forma y visibilizan nuestras relaciones sociales, son la base de la civilización y constituyen el pilar de las sociedades.

Anular el poder del arte y de la arquitectura, destruyendo los vestigios arqueológicos, modificando las tramas urbanas de las ciudades históricas, o simplemente dejando caer en el olvido y no protegiendo el patrimonio cultural de los pueblos, son crímenes contra todos nosotros, contra nuestro pasado, pero también contra nuestras formas de vida y nuestra identidad como sociedad.

La arquitectura es necesaria para reconocernos, pero también para dignificar nuestras vidas. Nos ofrece mejorar nuestra calidad de vida, tanto en el trabajo como en el ocio. Los espacios arquitectónicos bien pensados y orientados, óptimamente iluminados y acondicionados, dotados de experiencias evocadoras y de disfrute, hacen que nuestras vidas mejoren, convierten los entornos de trabajo en lugares a disfrutar y nos evitan caer en la monotonía del autómata.

Como nos relata el libro blanco de la titulación de arquitectura, la existencia de la profesión de arquitecto está documentada desde hace 45 siglos. Y la de relaciones escritas de los saberes y habilidades que precisan quienes poseen el título de arquitecto desde hace casi veinte siglos. En la España moderna se dispone de una titulación oficial con este nombre, protegida por los poderes públicos y asociada al reconocimiento de competencias facultativas desde hace más de 250 años, y de un primer centro que impartió sus enseñanzas con un carácter técnico desde hace más de 160 años.

Tan notable antigüedad es el mejor aval de la capacidad del título para renovarse, como ya ha hecho en muchas ocasiones anteriormente. En la Universidad Europea de Canarias, este año comenzamos a impartir el cuarto curso del Grado en Fundamentos de la Arquitectura y nuestros alumnos y profesores, concienciados en la importancia de dignificar las obras arquitectónicas de calidad, han participado activamente en la organización de la I Semana de la Arquitectura que se celebró en Canarias y que tuvo como eje central la exposición que Tenerife Espacio de las Artes-TEA presentó de la obra de Luis Cabrera. Un arquitecto que, como diría Jacques Herzog, es ejemplo de una postura arquitectónica urbana pensada para las necesidades humanas de la vida cotidiana. Enmarcada dentro de los actos por el Día Mundial de la Arquitectura, estas celebraciones no solo han servido para dar visibilidad a una manifestación cultural íntimamente enraizada con las características de cada sociedad, sino también para dignificar una profesión que hunde sus raíces en los comienzos mismos de la civilización.

*Profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Europea de Canarias