Siempre fiel a su cita. Todos los días coloniza el mismo banco de la plaza y recuerda que a su edad mantener su parcela libre de injerencias extranjeras es todo un mérito. En el rito cotidiano, emula al presidente del Parlamento, mira al frente y rueda sus 80 años para dejar espacio a que sus señorías debatan las propuestas del día. Suele comentar que los ricos también lloran, pero de risa.

Antes de empezar la sesión, decide tomar la palabra y proclamarse la voz autorizada del pleno. Niega con lenguaje popular la solemnidad del Parlamento canario para explicar desde el púlpito callejero la realidad de su Archipiélago. El verso libre de Martín, el comandante en jefe de la "juventud octogenaria", se convierte en aquella tarde de martes en la radiografía más sensata del panorama político actual.

¡Se abre la sesión! En el primer punto del orden del día pone en evidencia la escasa afectividad del Gobierno regional: "No es de recibo que los canarios con discapacidad sean los que menos cobren. Reclamamos una política de empleo inclusiva".

Martín no se equivoca. El sueldo de los varones con discapacidad es el 20,5% inferior al de los hombres sin discapacidad, mientras que la diferencia entre las mujeres representa el 12% (información adelantada hace unos días por este periódico). Y eso sin entrar a valorar de forma exhaustiva las barreras en casi todos los centros sanitarios de la Isla, que incumplen la Ley de Accesibilidad.

Piden silencio en la plaza. "Más de 15.000 familias están apuntadas en el Registro de Demandantes de Viviendas de Canarias y, además, pese al mensaje de recuperación económica, dos de cada tres canarios cobran menos del salario mínimo interprofesional". Sigue sin dudar: "Uno de cada dos ingresa solo 1.000 euros al mes".

Pasados unos minutos, Germán ofrece su pañuelo para secar la emoción de su amigo: "A nuestra edad, muchos ancianos no tienen dinero para sufragarse los medicamentos; cerca de 12.000 personas dependientes están sobreviviendo sin ayudas". "¿Aquel socialista de pelo canoso no dijo una vez que en las Islas nadie ha pasado hambre?", exclamó Gerardo. "Prosigamos...".

El pleno en el banco sube de tono; mientras, algunos miran absortos la escena de un espigado anciano dirigiéndose a sus compañeros cual Lenin a los soviets. Martín vuelve a tomar la palabra: "No queremos volver a sufrir el colapso en las Urgencias de los hospitales; tenemos una edad y no podemos seguir así en época de picos de asistencia, sorteando nuestra dignidad en esos pasillos". Aquí, su amigo Carlos Mejías, médico retirado, le pide a Martín un voto de confianza para el plan de choque previsto en noviembre y marzo en el HUC.

Son las 19:00 horas y toca retirada. "Nos vemos mañana, y recuerden lo que les digo siempre: los políticos conocen las reglas, nosotros las excepciones". Así se despide Martín, con esa mezcla de sencillez y altanería que permite la vejez. Deja atrás su parlamento, deja atrás su banco.

@LuisfeblesC