Hasta el pasado jueves por la noche era más conocido por su relación con el séptimo arte que por su vinculación con el mundo de la literatura, circunstancia que experimentó un giro de 180 grados tras anunciar su condición de finalista del Premio Planeta 2015 como autor de "La isla de Alice". Daniel Sánchez Arévalo (1970) asegura en una entrevista con la adrenalina a mil por hora que seguirá escribiendo novelas o incluso teatro, pero que "el poder contar historias a través del cine es un veneno al que no voy a renunciar", afirma el ganador de un Goya por la mejor dirección novel con el filme "AzulOscuroCasiNegro" (2007).

¿Sigue pensando que tiene una flor en el culo?

Lo que no dije durante la rueda de prensa de hoy (por el pasado viernes) es que yo le contesté a mi padre que para tener una flor en el culo primero hay que plantarla. Lo que intento explicar es que esto no ha sido tan sencillo como escribir una novela y que sonara la flauta. Llevo veintipico años escribiendo. Aun así, soy un privilegiado por todo lo que me ha pasado en el mundo del cine y lo que me está ocurriendo en el de la literatura.

Primero el Goya, ahora finalista del Planeta; ¿da la impresión de que, poco a poco, va cumpliendo sus sueños? ¿Eso se planifica?

Soy una persona inquieta, pero también muy conservacionista. Me cuesta mucho arriesgar pero, a la vez, necesito salir de mi zona de confort. Siempre que lo he hecho, o me he esforzado por hacerlo, esas decisiones me llevaron a un sitio mejor.

Para ser una persona a la que no le gusta el riesgo, su cine tiene elementos muy arriesgados, ¿no?

Eso es lo que usted y otras personas sienten al ver mis películas. En mi mente habita un ser que suele moverse con pasos muy cortos. Mi primer cortometraje lo hice en mi casa con dos actores y el siguiente fue el piso de arriba con otros dos protagonistas. Todo fue muy despacio hasta que me vi grabando un corto en 35 milímetros con producción. Eso me llevó a mi primer largometraje. A lo largo de mi vida he pegado algunos saltos al vacío como "Gordos". Esta novela también lo fue porque era una idea que se me ocurrió hace seis años y de la que dejé plantada una semillita, no en el culo sino dentro de mi cabeza, mientras me centré en la dirección de "Primos" y "La gran familia". Cuando me di cuenta de que era bastante complejo condensarla en solo dos horas de cine dije: ¿Me atrevo o no? Esto es como cuando metes la punta del pie en una piscina de agua fría. Al principio cuesta mucho tirarse, pero una vez dentro no quieres salir... Tampoco quería abandonar ni la novela ni la Isla. Una de las mejores cosas de este premio es que ya no puedo cambiarla o reescribirla.

¿La duda a partir de este instante es saber cuánto tiempo le va a dedicar al cine y cuánto a la literatura?

Es difícil ganarse la vida como escritor, pero como tengo esa tendencia a recluirme y fantasear que paro historias en un rancho que está perdido en el fin del mundo, lo único que me atrevo a decir es que seguiré escribiendo. Controlar de principio a fin una novela es tremendamente adictivo, pero el poder contar historias a través de cine es un veneno al que no voy a renunciar... A la literatura le tengo respeto y no me atrevo a lanzarme a la aventura de forma inconsciente. Es verdad que ahora se ha abierto una segunda vía profesional que me hace feliz y en la que me siento cómodo. Hay muchas posibilidades de que siga en este mundo, pero también estoy seguro de que voy a escribir una obra de teatro o repetir la experiencia de un musical. Tocar diferentes palos me hace crecer, pero siempre necesito escribir. Para mí esto es un oficio: no me siento un artista sino un artesano al servicio de la cultura.

¿Pero obviamente los tiempos de un guion cinematográfico son distintos a los de una novela?

La novela es otro nivel. Su exigencia y compromiso es mucho mayor porque tienes que realizar el mismo viaje con distinto equipaje. La peripecia de este libro es muy cinematográfica, pero luego hay que vestirla o rodarla. Un guion lo escribes y al final lo tiras, pero en "La isla de Alice" hay una parte muy potente que tiene que ver con la psicología de los personajes. ¿Qué le pasa a Alice por dentro? o "¿Qué le ocurre a su hija Olivia, con tan solo seis años, por dentro? ¿Cómo lidia con la muerte de su padre? Para mí Olivia es la joya de la novela. Este libro me ha permitido hacer lo que más me gusta: rebuscar en el interior de los personajes.

¿Dónde cabría "La isla de Alice" si tuviera que trasplantarla al formato audiovisual?

Me la imagino en seis capítulos de la AMC dirigida por Sam Mendes, David Fincher o Alejandro Amenábar...

¿También la podría dirigir Sánchez Arévalo?

Ese también (sonríe)... Me he quedado satisfecho con el resultado final porque entendía que esto era parte del proceso antes de convertirla en una serie o intentar condensarla en 120 páginas del guion de una película. Me siento recompensado con el trabajo realizado y no sería demasiado traumático que un profesional de ese calado tomara las riendas. Eso sí, de alguna forma me gustaría seguir conectado con "La isla de Alice". Seguramente otro director la podría elevar a otro nivel. Cuando pienso en Alejandro no es en vano. Amenábar es el puto amo, yo no... Estoy seguro de que él le daría otra dimensión.

¿Aprovecharía las ventajas fiscales para rodarla en Canarias?

Sabe lo que pasa, que es una historia tan anglosajona y el paisaje de la costa oeste americana tan particular que nos costaría muchísimo recrearlo en las Islas. A mí me gustaría rodar en Canarias, pero este guion no encaja porque habría que fabricar muchas casas victorianas, plantar pinos al borde del mar y tendría que estar nublado.

¿Le sorprende la facilidad con la que Hollywood está "mirando" hacia las Islas?

El gobierno español no termina de comprender lo que está pasando en las Islas. Esas ventajas fiscales generan cultura, empleo e imagen para el Archipiélago. Este país es un lugar ideal para hacer cine, pero eso solo parece que lo entienden en Canarias.

¿Por qué se sigue tratando al cine español como si fuera de segunda?

El cine español tiene un estigma muy jodido y no podemos seguir echando balones fuera. Esto lo tenemos que cambiar entre todos... A España llegan al año cuatro pelis francesas más o menos buenas, pero ¿y el resto? Allí también cometen algunas "cagadas" como en los Estados Unidos, ¿no?