La Fecai decidió la pasada semana, con la única oposición de Antonio Morales, apoyar la propuesta de Fernando Clavijo de que los fondos del ITE se repartan íntegramente a las islas, de acuerdo con el criterio de la triple paridad, es decir, aplicando el cuestionado formato de la representación política parlamentaria a una distribución de fondos económicos. Personalmente, creo que la propuesta de Clavijo fue una ocurrencia de última hora, fruto de no tener definido previamente un sistema de reparto. Clavijo tiene una sorprendente capacidad para hacer política con todo. Su propuesta favorece a las islas menores (aunque no perjudica ni a Tenerife ni a Gran Canaria, que reciben algunos millones de euros más de lo que recibirían si el Gobierno también se quedara con su parte), y es razonable por eso que las cinco islas menores la hayan aplaudido hasta con las orejas. También es un respiro para Carlos Alonso, que -al aceptarla- se quita de encima el sambenito del Anillo, presenta su perfil más amable y se coloca esta vez del lado de la mayoría, dejando a Antonio Morales aislado frente a todos los cabildos. Eso es política. Como lo es sumar el apoyo entusiasta de Casimiro Curbelo, que anda el hombre ensayando su nuevo rol de autoelegido portavoz de las islas menores.

Al final, como el Gobierno renuncia expresamente a la parte que le toca, nadie debía sentirse perjudicado: si Madrid acepta la propuesta y el dinero no se considera parte del presupuesto canario, podrá destinarse a inversión. En caso contrario, se reparta como se reparta iría a pagar las deudas que las administraciones tienen con los bancos.

Resulta por eso inexplicable que el Cabildo grancanario y otros poderes de la Isla anden tan asirocados con este asunto que -en términos prácticos- resulta más bien trivial. Porque al final no es una cuestión de pasta (todas las islas consiguen más) sino de principios, una cuestión de fuero y no de huevo. Y es que en la España tropical la sensibilidad insularista es una constante. Hace unas semanas, cuando Carlos Alonso se colocó frente a todos en materia de financiación, dije que se equivocaba. Ahora Clavijo le ha dado la vuelta a la tortilla con este asunto, colocando a Antonio Morales como poli insolidario en la película de la doble insularidad. ¿Habrá sido intencionado?

Lo sea o no, lo que demuestra todo este asunto es que el viejo sistema de la triple paridad -igualar la representación de Tenerife y Gran Canaria en el Parlamento, y la de las islas mayores y menores, y la de una provincia y otra-, sistema que tan útil ha resultado en la construcción de Canarias, está completamente desprestigiado en Gran Canaria, que se siente perjudicada por una representación que prima en demasía el territorio sobre la población. Se trata de un debate que hay que afrontar, si no se quiere abrir aún más la brecha que hoy enfrenta a Gran Canaria con la Administración regional. En estas cosas, ya se sabe: se empieza como líos de políticos, y se acaba contaminando de rechazo mutuo a los pueblos. Después de más de 30 años de Autonomía, la sociedad canaria debería haber enterrado el pleito para siempre. Pues no, todo lo contrario: vuelve a estar muy de moda.