Entre los rostros detestables que mi ciclo vital me ha hecho conocer, recuerdo uno que fue autor de un asesinato contra la persona de Antonio González Ramos, por sus ideas contrarias al Régimen. Lo recuerdo como si fuera ahora mismo, practicando llaves de defensa personal en el "tatami" del gimnasio Añaterve del barrio de Salamanca, justo enfrente de la casa de mis abuelos maternos; lugar adonde yo acudía a diario para practicar culturismo con el rudimentario material existente, comprado de saldo a un circo ambulante que terminó plegando su lona por insolvencia. Como estudiante en turno de tarde, solía acudir allí en horario matutino, tiempo en que el gimnasio se hallaba vacío y sólo era frecuentado por el susodicho Matute, comisario de la Brigada Social que solía ir acompañado de un "sparring" para practicar las llaves e inmovilizaciones, especialmente la caída con las dos rodillas a un tiempo sobre el tórax del oponente. Una práctica que ejecutaba con sadismo contra los detenidos, que eran torturados por sus manos durante los brutales interrogatorios y que causó la muerte del infortunado González Ramos. En aquel entonces, el putañero verdugo peinaba su cabello con fijador, por lo que no se despeinaba durante las sesiones y lucía el clásico bigotillo recortado, y andaba como un pato debido a sus pies planos. Aparte de algún saludo desvaído, nunca me interpeló con alguna frase, pese a escucharle durante sus sesiones toda su retahíla de tacos, puesto que yo era un joven estudiante al que no le concedía ninguna importancia, dada su habitual actitud chulesca y altanera. Cuando terminaba la sesión, se despojaba de su traje de judo, se aseaba y se vestía con atildamiento para marcharse sacando pecho. Tiempo después, paseando por la Rambla con mi entrañable amigo de la infancia Nicolás, hijo del comisario jefe de la Brigada Político Social Domingo Pérez Estévez, me comentó como curiosidad: "Ves a aquel hombre vestido de cuello y corbata, pues es policía secreto y se llama Matute, como el perseguidor de Don Gato". Naturalmente se refería al personaje televisivo de los dibujos animados de Hanna & Barberá, muy popular entonces por sus ocurrencias, nada comparables con el brutal comportamiento de este asesino encubierto de tan infausto recuerdo, al que no le deseo ninguna paz en la otra vida, al contrario que alguna de sus víctimas de entonces que así lo han manifestado. Este recordatorio viene a cuento del 40 aniversario del asesinato con sus propias manos de Antonio González Ramos, un crimen que no hay que olvidar, especialmente por esta juventud nacida en Democracia, para que no surjan de nuevo individuos de esta condición y ralea.

Para concluir, cito otra vivencia, no tan lamentable y más jocosa, ocurrida durante la etapa del Servicio de Represión y Vigilancia Fiscal, contra el contrabando insular. Este cuerpo, dependiente entonces de Hacienda y al mando de un comandante retirado, disponía de un vehículo negro, marca "Peugeot 208", tipo ranchera, con el que justificaban sus recorridos de vigilancia, y con el que solían frecuentar los cabarets de Valle Tabares; hasta que una madrugada, en plena euforia etílica y acompañados por unas "coristas", tomaron con brusquedad la pronunciada curva situada después de Las Raíces, en La Esperanza, volcando de inmediato y sufriendo heridas leves y alguna fractura. Este suceso, que trascendió como una arriesgada persecución rodada contra unos contrabandistas, fue en realidad una juerga encubierta de los miembros de dicho servicio, que terminó por extinguirse años después, dada su inutilidad y tolerancia con los estraperlistas más conocidos de la época.

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