La polémica celebración de Ángel Rodríguez el pasado domingo en un gol instrascendente para su equipo, el 2-0 del Real Zaragoza al Tenerife, ha sido uno de los asuntos de debate de la semana. Ángel no tuvo reparos en festejar de forma muy efusiva un gol con el que pareció pasarle factura a su exequipo. Esa es una de las distintas formas de reaccionar en una situación semejante, que se repite cada vez más frecuentemente, habida cuenta la escasa estabilidad de los jugadores en los equipos de Segunda.

En el lado opuesto están los futbolistas que deciden ahorrase la celebración en público, como señal de respeto hacia la que fue su afición o, más profundamente, como una reacción profesional después de marcarle a un equipo al que llevan en su corazón. Esta segunda actitud es la que anuncia Nino si se le presenta la oportunidad de marcar en el Heliodoro esta tarde. Nino caló en el tinerfeñismo tanto como el Tenerife dejó huella en sus sentimientos futbolísticos y, si marca hoy, tendrá sensaciones agridulces.

Afortunadamente, esta situación no es tan frecuente en el Estadio, donde la pasada temporada ningún exjugador logró hacer gol. Tal circunstancia no se produce desde 2013, en el último partido del año, el Sabadell ganó 0-3 y Antonio Hidalgo batió a Roberto desde el punto de penalti.

Fuera del Heliodoro, al Tenerife sí le marcaron sus exs el año pasado. Lo hizo Iriome para decidir la victoria del Lugo 1-0 (el 30 de noviembre) y lo duplicó Julio Álvarez, con dos dianas, en el choque que cerraba la Liga (3-3).

Esta temporada los datos son peores: Natalio firmó uno de los goles del Numancia en el 6-3 de la primera fecha liguera, Omar Ramos eliminó a su exequipo en el 2-0 de la Copa en Leganés -el gol del jugador puntero fue el primer tanto del partido-, y también Ángel Rodríguez batió a Dani Hernández el pasado domingo en La Romareda. Lo ideal sería que la racha se detuviera con esa polémica secuencia, pero con Nino enfrente siempre hay peligro.