Ya no solo se acude a una clínica estética para borrar o planchar arrugas sino para subir la autoestima, acceder a un puesto de trabajo o mejorar en el mundo laboral. Mujeres y hombres, jóvenes y no tan jóvenes, recurren a nuevos tratamientos, sin cirugía, que ponen al mal tiempo buena cara.

La sociedad ha pasado de imponer un canon de belleza a exigir la eterna juventud, una presión que merma la autoestima y convierte en casi obligada la visita a un médico estético para paliar el paso del tiempo. Así lo constatan los centros especializados que ven cómo los hombres han dejado de pasar de largo frente a sus puertas.

Quedarse sin trabajo y enfrentarse a una entrevista para conseguirlo es uno de los nuevos motivos que llevan a hombres y mujeres a someterse a un tratamiento de belleza, explica la doctora Sofía Cueto, codirectora de la clínica de medicina estética Mira+Cueto.

Cueto asegura que el paciente quiere aumentar su seguridad y autoestima con un tratamiento que le haga verse mejor frente al espejo, y así disponer de la fortaleza necesaria para afrontar la búsqueda de un empleo.

"Cada día vivimos más, nos cuidamos más y llega un momento en el que, a pesar de sentirnos llenos de energía, nos miramos al espejo y la cara no acompaña esa actitud", afirma.

La doctora relata cómo algunos de sus pacientes masculinos se han sentido amenazados viendo que sus compañeros más jóvenes "les comen el terreno en el trabajo desde puestos de responsabilidad, a los que han accedido de manera rápida, en estos tiempos de crisis" y sienten la necesidad de "transmitir" que siguen "fuertes" a la hora de llevar adelante sus proyectos.

El rostro de los "seniors" suele reflejar signos de cansancio, ojeras, flacidez o arrugas y transmite una imagen triste y abatida que no se corresponde con su actitud vital y arrolladora, una contradicción que les hace descender en el escalafón laboral.

Incluso hombres más jóvenes sienten esa presión profesional y deciden actuar y ponerse en manos de especialistas.

Fernando Candela, director del club "El Principito" y representante de actores, tiene 39 años y se define como un hombre dinámico que exprime el día con una jornada que comienza muy temprano y termina en la madrugada.

"El espejo me devolvía una imagen cansada en la que las ojeras y las bolsas eran el foco de atención de mi interlocutor", comenta, mientras recuerda cómo amigos y conocidos le espetaban: "Estás agotado, ¿no?".

Admite que en su decisión ha pesado una "necesidad psicológica. La gente joven viene apretando". Equipara los tratamientos estéticos al deporte, argumentando que encontrarse mejor le permite enfrentarse con energía a su trabajo. El tratamiento le ha dado "seguridad" y "valentía" para lanzarse a nuevos proyectos, gracias al buen uso del ácido hialurónico y la toxina botulímica, con los que ha eliminado los efectos del paso del tiempo y el sueño escaso sobre su rostro y le han aportado frescura a la mirada.

las claves

Cada vez más hombres acuden a estos centros para mejorar su aspecto y así tener mejores oportunidades en el mundo laboral.

Se extiende la necesidad de transmitir con el físico que, pese a la edad, aún hay energía y fuerza para acometer proyectos.

Aunque la actitud siga siendo vital, los signos de cansancio en la cara impulsan a ponerse en manos de especialistas.