Es uno de esos problemas aparentemente menores, pero que en las medianías y en cualquier zona de la Isla productora de papas adquiere otra dimensión. Y es que, aunque con oscilaciones en su intensidad, la polilla (responsable de las denominadas "papas bichadas") trae de cabeza a numerosos agricultores tinerfeños, sobre todo desde 2000, cuando se detectó en el Archipiélago la especie guatemalteca (Tecia solanivora).

Es por eso que el Cabildo de Tenerife ha puesto en marcha una batería de medidas con las que intenta poner solución a esta plaga. Según detalla el consejero de Agricultura, Ganadería y Pesca de la institución tinerfeña, Jesús Morales, fue coincidiendo con la entrada de esa nueva variedad cuando se puso en marcha un plan con numerosas actividades formativas y de control, entre las que destaca un contrato de 50.000 euros con la Universidad de La Laguna (ULL) para la investigación de nuevos productos naturales para el control de la polilla.

Es esa una de las acciones más destacadas. Concretamente, explica el responsable del área, en fincas piloto de Icod el Alto se suelta el enemigo natural llamado "Copidosoma", criado gracias a la aportación económica insular, con la que se busca poner freno a una problemática que en algunas campañas ha llegado a afectar casi al 50% de la cosecha.

Al mismo tiempo, el Cabildo coloca durante la zafra de la papa balsas para la recogidas de las que están dañadas en las diferentes áreas productoras, que después son trasladas al PIRS, mientras que los agricultores también pueden llevarlas a las plantas de transferencia tras solicitarlo en las agencias de extensión agraria para cantidades inferiores a los 3.000 kilos. Se trata de medidas para cuando las papas ya están afectadas. Destinada a que la polilla no llegue al cultivo está la entrega de trampas a los agricultores, así como el mantenimiento de la red de "trampeo" insular, cuyos datos se publican cada 15 días indicando en mapas las zonas de mayores capturas, y por lo tanto de mayor riesgo. Con ello se van elaborando avisos agrícolas para poner en alerta a los cultivadores locales.

Sin embargo, uno de los remedios más llamativos, al menos para los profanos en la materia, es la realización de un protocolo de control de la polilla para la exportación de papa de color a la Península. La singularidad reside en que está basado en el tratamiento de las papas en una cámara con dióxido de carbono (CO2). Este mecanismo ha sido elaborado por técnicos del ICIA, de GMR y del Cabildo tinerfeño. Paralelamente, precisan desde la Consejería de Agricultura que la Corporación insular ha subvencionado a la Cooperativa La Garañaña, en el Sur, para la instalación de ese sistema con dióxido de carbono para realizar los tratamientos, ya sea para exportación o semilla.

Con todo, los responsables del departamento insular encargado de lo agrícola reconocen que no es este un problema cualquiera -de ahí que incluso se haya creado la Mesa de Investigación de la Polilla de la Papa, compuesta por varias administraciones que luchan contra la propagación de este insecto-. Cabe indicar que en total existen hasta tres modalidades distintas: la guatemalteca; la llamada específicamente "polilla de la papa", de aparición incluso anterior, y una tercera que afecta la producción del tomate.

Erradicarlas por completo se antoja complicado, pero es el objetivo que buscan técnicos y agricultores para beneficio de este tradicional cultivo.