Afganistán y Pakistán continúan el recuento de muertos por el terremoto del lunes, que se elevan ya a más de 350, mientras los equipos de rescate luchan por llegar a las víctimas en medio de nieve, lluvia y carreteras obstruidas por los desprendimientos.

El último recuento oficial sitúa la cifra de muertos en 115 en Afganistán y en 248 en Pakistán, mientras que el número de heridos supera los dos millares entre ambos países.

El Ejecutivo afgano indicó que además de los fallecidos hay 538 heridos y más de 7.600 viviendas fueron dañadas por el terremoto, por lo que los refugios son de las necesidades más importantes en provincias como Kunar (noreste), la más afectada y con valles remotos y bajas temperaturas.

"Las pocas provisiones que teníamos en los almacenes provinciales las hemos distribuido a unas pocas familias, pero el número de víctimas es mucho mayor y necesitamos más recursos", dijo el jefe de la Policía regional, Abdul Habib Sayedkhili, al advertir de que aún no han recibido ayuda de Kabul.

En el epicentro del terremoto, la vecina Badakhshan, el gobernador en funciones, Shah Waliullah Adib, indicó que los equipos se desplazan a pie ante el bloqueo de carreteras como consecuencia de las rocas y desprendimientos, que mantienen inaccesibles trece de sus 28 distritos.

En su opinión, las autoridades tardarán "mucho tiempo" en contabilizar las víctimas en la región, que sufre además una gran inseguridad debido a la presencia de los talibanes en varios distritos.

Sin embargo, en un paso inusual, los insurgentes se han mostrado dispuestos a colaborar y han pedido a sus filas en un comunicado que "se esfuercen al máximo" por ofrecer ayuda a las víctimas.

"El Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) pide a todas las organizaciones humanitarias y a los países ricos que no escatimen en ayudas a las víctimas del terremoto con refugios, alimentos y medicinas", afirmó ese grupo.

En Pakistán, donde la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA) sitúa ya los muertos en 248 y en cerca de 1.700 los heridos, los servicios de emergencia también enfrentan serias dificultades.

"Equipos médicos y de rescate han podido llegar ya a algunas de las áreas afectadas, aunque hay otras muchas zonas a las que no han podido acceder debido a las dificultades del terreno", explicó hoy un portavoz del departamento, Ahmed Kamal.

A la de por sí complicada orografía se suman los daños que el terremoto produjo en las infraestructuras de las zonas afectadas, cuyas carreteras están "completamente sepultadas" por corrimientos de tierra, según indicó el director de la organización Mercy Corps en Pakistán, Arif Noor.

Si bien el Ejército aseguró que más de la mitad de los 45 desprendimientos ocurridos en la estratégica autopista a China han sido despejados, Noor destacó que el aislamiento de algunas poblaciones, a "una o dos horas" a pie de una carretera principal, continúa siendo un problema.

Es el caso de gran parte del distrito de Chitral, en la provincia noroccidental de Khyber Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán y la más azotada por el seísmo con más de 200 muertos y 1.400 heridos, según el último balance de la NDMA.

Una de las cerca de 1.500 viviendas que quedaron dañadas en Chitral pertenece a Faisal Khan, de 42 años, quien manifestó que por su zona todavía no se ha pasado ninguna autoridad ni equipo de rescate desde el desastre.

"Corrí fuera de casa y vi que mi mujer estaba corrieron delante mía con nuestro bebé en brazos. Nuestros vecinos salieron de sus casas gritando y recitando el Kalima (oraciones islámicas)", recordó sobre el momento del temblor, que describió como "pequeño destello del más allá".

A pesar de los testimonios de pánico de los que se hacen eco medios y organizaciones humanitarias, el director de Mercy Corps cree que los efectos de este seísmo "van a ser mucho menores" que los del que en 2005 azotó la Cachemira paquistaní y causó cerca de 55.000 fallecidos.

El del lunes es el terremoto de mayor intensidad en el sur de Asia, un área de alta actividad sísmica, desde que en abril un terremoto de 7,8 grados en la escala Richter sacudió Nepal y causó más de 9.000 muertos.