Dolorido volvió a salir de casa con el sudor frío sobre la frente, asustado, maldiciéndose y maldiciendo, aburrido y desalentado, demasiado tocado. En el zaguán del edificio, algo antes de llegar a la puerta principal de la salida (roída por el paso del tiempo y la falta de inversión), ya había escuchado el primer mensaje fatídico: "Canarias dispondrá de 160 millones de euros del extinto IGTE en 2016". "Ni caso, ni puto caso...", se dijo para sí, pues creía que esa no era la senda de su salvación. Esos titulares no le levantaban el ánimo; tampoco los entendía y, por lo tanto, creía que servían de bien poco, de nada o casi nada.

Con el desánimo a cuestas, lo que aporta un peso añadido conforme pasan los días sin sustento, dejó atrás el bar de toda la vida, con el café bueno de toda la vida, y solo pudo conformarse con el olor intenso, fresco y penetrante del grano molido ya convertido en líquido.

Siguió y siguió a paso lento, que la salud no le llegaba para elevar el ritmo, y así, sin voluntad ni esperanza de nada, se posó por fuera de un quiosco (también el de toda la vida) donde se servían las primeras planas de la prensa local. El discurso mostrado era unánime: "Canarias se beneficiará en 2016 de la condonación de 160 millones del IGTE". "Grande, Clavijo", espetó para que se oyera ante un grupo cada vez más limitado por la pobreza salarial.

Tan solo diez minutos después de haber abandonado su destartalado domicilio, Dolorido ya estaba hasta los "teides" de tanto mensaje trampa que aludía a millones y millones para las Islas. Harto era poco, pues a ese adjetivo sumaba otros: cansado, hastiado, avergonzado, molido, cabreado, desquiciado...

No estaba siendo la mejor jornada para Dolorido, esto sin duda. Ese día 10 de un mes cualquiera ya no haría el recorrido de siempre: el que lo solía llevar de la casa desvencijada al cajero pintarrajeado del barrio, en busca de la liquidez que concedía la ayuda familiar, pues la prestación por desempleo ya le había fallado, y lo había hecho desde hacía mucho tiempo.

Sin opción alguna de cobrar el paro, con la ayuda familiar congelada por un tiempo y por ello con todas las ausencias en sus bolsillos, Dolorido decidió descansar de tanta desnudez sentado en el banco de umbría de la plaza, y allí, a su lado, casi abrazándolo en son de paz, halló los cuatro pliegos de papel de periódico, arrugados, casi ilegibles, en los que volvía a aparecer la machacona idea del extinguido IGTE, su perdón cifrado en 160 millones más para Canarias y la sonrisa entre pueril y falsa del presidente del Gobierno de Canarias.

Dolorido mantuvo las páginas sucias de caca de paloma pocos segundos entre sus manos, tan poco tiempo que el personaje que enfrente lo escaneaba creyó que no había podido leer nada. Con distinto encanto al que se acercó de entrada a esas letras, lanzó a gran distancia el manojo de papel y lo introdujo, sin quererlo, en el contenedor de basura. Luego grito: "160 millones, 160 millones... ¿Dónde coño están esos malditos 160 millones?".

Esa matutina exaltación dio paso, tras el escándalo ocasionado entre los pocos que habitaban la plaza fría y poco soleada a esa hora, a minutos y minutos de extremo silencio, con la única banda sonora interpretada por el viento leve y las hojas y los residuos en movimiento, como diciendo adiós al barco que inicia su marcha.

Tras el lapso, Dolorido se puso en pie, se sacudió las motas y otros desechos menores sitos en su camisa a rayas, se dirigió al bar de la esquina, metió las manos en el bolsillo y, con las palmas repletas de aire, pidió el café de su último día en el barrio. Esta vez no hubo agua, tampoco prensa, y menos una copita final para quitar el amargor. Dejó el fiado, que ya no le daba para nada.

Varios días después, alguien, alguno de sus pocos amigos, preguntó por él en el bar y todos los presentes coincidieron en que había desaparecido. El que estaba más lejos de la barra se atrevió a decir algo más, que para eso tenía el oído puesto, y comparó, sin mucho tacto, la ausencia de Dolorido con el tintineo de los 160 millones. Incluso se puso pesado: "Sí, los 160 millones que Clavijo ya tiene repartidos y ni están ni se les espera".

@gromandelgadog