Un oximorón no es, contra lo que usted cree, un extraño mamífero venenoso con pico de pato, cola de castor y patas de nutria que vive en los alrededores de Australia. Eso es un ornitorrinco. Un oximorón, en cambio, es la combinación de dos palabras o expresiones que tienen sentidos completamente opuestos. En términos sintácticos, sería como un pacto entre Mariano Rajoy y Pablo Iglesias (que también sería un ornitorrinco) o como que Montoro bajase los impuestos o que un partido político cualquiera cumpliese una puñetera promesa electoral. O sea, un aparente imposible.

Pero si uno afina la vista, queridos y escasos lectores, el paisaje está lleno de silencios atronadores, de calmas tensas y de contradicciones sorprendentes. Sólo hay que prestar un poco de atención para ver de vez en cuando un solitario vehículo que circula en sentido contrario por el carril de la vida. Por ejemplo, la moda de las imitaciones civiles de actos religiosos. Lo último, una niña de Málaga que quiere una primera comunión "por lo civil".

El matrimonio por la Iglesia es un sacramento. O sea, una gracia que Dios otorga a los hombres y a las mujeres. Sólo que como Dios está liado y eso utiliza la intermediación de la Iglesia, que es como la sucursal divina en la Tierra. El matrimonio, al ser un sacramento, es un lazo espiritual para toda la vida, excepto si eres miembro de la realeza, en cuyo caso puedes comprar la anulación en la sucursal. Las bodas civiles, en cambio, son una ceremonia que une a dos contribuyentes ante el Estado para promover la fabricación ordenada de crías de futuros contribuyentes. Es un contrato que no tiene la gracia divina, pero tiene plenitud legal y como todo contrato se puede anular por las partes.

Ahora bien, una comunión civil es una cosa más enrevesada. Porque la comunión en la Iglesia es un ritual sacramental por el que una cría de contribuyente, más conocido como niño, recibe el cuerpo y la sangre de Cristo en forma de hostia consagrada. Yo no veo a un alcalde poniendo en la boca de un niño una Oreo como una copia civil del acto religioso. No porque no tenga gracia -que no la tiene-, sino porque comulgar es creerse que la galleta que un cura te pone en la boca es realmente Dios. Y si te lo crees, pues tú mismo. Pero lo que no puedes, porque es un oxi+morón, es hacer una comunión sin que haya Cristo. Falta el invitado principal de la fiesta, por así decir.

Si los padres quieren hacer un tenderete de puesta de largo de su hijo y vestirlo de fraile franciscano o de guardiamarina mariconcillo de Village People, están en todo su derecho. Pero llamarlo primera comunión es una tontería cum laude. Es como echarle un chorro de Fuente Alta a un recién nacido en la cabeza y decir que lo acabas de bautizar. No, rebenque; le acabas de mojar el totizo pero Dios no tiene nada que ver en el asunto. No puedes expulsar a la Iglesia de tu vida y luego estarle tocando los oximorones. Que falta de ignorancia, señor.