Después de tantos años de crisis -donde se han perdido miles de puestos de trabajo, muchas ilusiones de jóvenes que terminaban sus estudios y esperaban entrar al mercado laboral y se han quedado en el camino con un presente y futuro incierto, esfuerzos familiares para costear estudios y ayudar al que lo necesitaba, y con situaciones personales y empresariales angustiosas-, ahora es el momento de poner todas las energías y esfuerzos para crear las condiciones estructurales básicas, que permitan la reactivación económica y, sobre todo y por encima de todo, la creación de empleo.

La difícil situación por la que hemos pasado en los últimos años, y todavía padecemos, y la principal variable que produjo la crisis fue no poner a la persona en primer lugar como objetivo prioritario de bienestar, tanto en la esfera económica como en el aspecto social. Cuando han sido otros los intereses que han movilizado la economía, los resultados han sido catastróficos. El trabajo no puede circunscribirse solo al aspecto monetario, es también parte fundamental de la realización y desarrollo personal. El paro condiciona el ser y la convivencia familiar y social del que lo padece.

En todos los estudios demoscópicos realizados en Canarias, salen una y otra vez las cuatro principales preocupaciones de nuestros ciudadanos. A saber: el paro, la sanidad, la educación y la vivienda. Buscar soluciones a estas cuatro problemáticas tiene que ser la mayor prioridad para las distintas administraciones y responsables políticos.

Los empresarios, como agentes sociales, también tenemos que asumir nuestra responsabilidad y siempre lo hemos hecho con valentía, sobre todo cuando nos dejan trabajar y no nos ponen trabas e impedimentos continuos, para que nuestras empresas y proyectos tengan la actividad y viabilidad necesaria, para estimular la actividad económica, y con ello crear las condiciones sociales que permitan a los canarios vivir con una confortable y mayor calidad de vida. Nosotros queremos que nuestras empresas funcionen con normalidad y agilidad y no se vean paralizadas por la maraña administrativa y legislativa que nos impide producir a la velocidad y constancia que queremos y podemos.

Los empresarios del sector de la construcción, sobre todo, apostamos nuevamente por liderar el crecimiento y desarrollo de nuestra tierra, ser la "locomotora" que tire de los demás sectores económicos, para impulsar, de una vez por todas, la ansiada y necesaria recuperación de nuestra economía. Tozudamente, la realidad lo ha demostrado de manera diáfana. Sólo la construcción es capaz de crear el empleo directo e indirecto que necesita y demanda nuestra sociedad. Por lo tanto, el futuro a corto y medio plazo pasa necesariamente por poner en marcha aquellas actuaciones necesarias en infraestructuras, vivienda, rehabilitación, reforma, conservación y mantenimiento, que puedan crear las condiciones adecuadas para que las empresas del sector tengan la suficiente actividad que permita una contratación importante y suficiente de trabajadores, que implique volver a la senda de la plena ocupación laboral.

No hay tiempo que perder. Durante los últimos años, se ha criticado, vituperado, reprochado y censurado injustamente al sector de la construcción, a las empresas, a los empresarios y a los profesionales, haciéndolos culpables de una crisis, de la cual no es que fueran los causantes, sino todo lo contrario, han sido los verdaderos perjudicados y damnificados. No podemos seguir en esa línea de pensamiento que es totalmente errónea y sigue impidiendo que volvamos al camino del crecimiento. Cuando se reconozca verdaderamente el factor positivo y primordial de la construcción en nuestro sistema económico-social, como su base constitutiva, entonces si estaremos en la senda apropiada para acometer con optimismo nuestro presente y futuro. Persona y construcción van indisolublemente unidas. A partir de esta premisa, viene la creación de empleo.

*Presidente de Fepeco