Un Bien de Interés Cultural engloba a un inmueble que reúne una serie de características que, entre otras particularidades, lo vinculan al mundo artístico, histórico, científico o técnico y declarado como tal por la administración competente (también se cuelan muchas incompetencias). Así, la pasada semana hicimos referencia a una decisión del actual equipo municipal del Ayuntamiento de Santa Cruz sobre las obras que afectarán al primer Bien de Interés Cultural de la ciudad que no es otro que el Palacio de Carta, edificio abandonado absoluta e incomprensiblemente durante años y años y que ahora, tras la rehabilitación y mantenimiento pertinentes, se convertirá en un admirable museo que revelará, a aquellos que hasta hoy estaban convencidos de que la historia de Santa Cruz permanecía anclada en los bares de la calle de La Noria, el aspecto distinto y auténtico del pasado del Chicharro.

Pero en esta ciudad existen otros espacios declarados Bien de Interés Cultural que atraviesan, igualmente, desidias que se remontan a épocas muy pretéritas. Gracias a la inalterable dedicación de la Asociación Parque Funeraria Cementerio San Rafael y San Roque, es tangible la lamentable negligencia que se extiende sobre este recinto. De seguir las cosas como van, tal vez después del próximo invierno, con las lluvias cayendo sobre el desvencijado tejado de la católica, se produzca el indeseable derrumbe, quedando un montón de escombros pertenecientes a lo que un día significó un trozo del pasado de nuestra ciudad.

Teresa Laborda, presidenta de la citada asociación, es una mujer incansable empeñada en continuar reivindicando este espacio ante la pasividad de las autoridades, entretenidas en organizar actos festivos para el solaz de los vecinos. La perseverancia de la señora Laborda llega hasta el extremo de solicitar "una lona" para proteger del agua la tea del techo de la capilla (apenas queda esta madera en la Isla). Desde el ayuntamiento manifiestan que hay o hubo 100.000 euros para la restauración de la capilla anglicana. Pero las noticias que nos llegan descubren que parte de ese dinero se destinó a reparaciones en "El Tanque " (bidón cultural y aromático, expresado coloquialmente).

La historia de este camposanto se remonta años atrás cuando, cómo no, el Cabildo tinerfeño y el Ayuntamiento capitalino se disputaban las competencias para iniciar la rehabilitación del cementerio. Los episodios que se han sucedido por estas tierras son de auténtico desinterés hacia inmuebles y zonas históricas. No así, sin embargo, la atención que se dedica a negocios particulares convirtiendo a la capital en una ciudad incómoda para vivir y en un municipio cuyos administradores llegaron a contemplar la posibilidad de convertir al cementerio de San Rafael y San Roque... ¡en un aparcamiento! ¿Les suena algo de algo? El que allí se encuentren enterradas numerosas persona de nuestra historia, y otras, como Sabino Berthelot o Imeldo Serís que fueron trasladadas al panteón de personalidades, o Secundino Delgado, enterrado en la fosa común del cementerio, parece no significar ningún argumento para despertar conciencias. El recinto es de propiedad pública, incluida las tumbas que se encuentran en su interior. Hace más de cuarenta años que dejó de ser lugar de enterramiento. Los familiares de algunos de los extintos han señalado su deseo de reparar ellos mismos las tumbas. Pero la Gerencia de Urbanismo se ha opuesto a esta fórmula.

Teresa Laborda, con la ayuda de su marido, Isauro Abreu, no pudo llevar a cabo, tampoco este año, los tradicionales actos con motivo del 1 de noviembre, de Todos los Santos, debido al enorme deterioro del Calvario. A pesar de ello, la afluencia de familiares y público en general, demuestra el creciente interés por comprobar el estado ruinoso del cementerio al que se le adjudican otros 100.000 euros para la restauración de la capilla católica y el resto de tumbas y panteones que llegan a los 676. El Consistorio es el responsable de su mantenimiento, obras que no llegan, pero que la Asociación se encarga de recordar constantemente, aunque, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, caminan con considerables reservas.