Canarias es la comunidad que más capital social ha destruido durante los años de la crisis. Esa es una de las principales conclusiones que se desprenden del estudio elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA sobre cómo la situación económica determina la capacidad de transformación de una sociedad. Pero, ¿qué engloba este concepto?

El capital social es un indicador que mide la incidencia del grado de incertidumbre económica en la disposición de cooperar de los ciudadanos. La variable valora la participación, la relación con las instituciones, los vínculos sociales, la caída del nivel de ingresos, el aumento del desempleo, las escasas expectativas de la población y el coste económico de todo ello. La conclusión es alarmante. Los investigadores sostienen que el debilitamiento de los vínculos sociales, la ausencia de esperanzas y la desafección hacia las instituciones políticas están conllevando efectos perniciosos en la economía y la política. Es decir, el quebranto de las expectativas tiene precio, y es alto. No se trata de una percepción, sino de una realidad: el pesimismo merma la posibilidad de reinvención de cualquier comunidad. Y el Archipiélago, con un ritmo de destrucción de capital social del 25%, está a la cabeza del país. El indicador ha aumentado a más velocidad en la provincia oriental (29%) que en la occidental (25%). El dato es más grave si se tiene en cuenta que España lidera el ranquin a nivel europeo y que no todos los países han sufrido el mismo deterioro durante la época de crisis. Alemania, por ejemplo, experimentó un aumento de este indicador en el mismo período.

Este capital social, según el indicador sintético elaborado por el IVIE, se ha destruido a tasas superiores al 20% anual en los años de crisis en España, el país de la OCDE donde más intensamente se ha reducido. Eso quiere decir que el efecto dinamizador de las relaciones sociales y económicas es ahora sustancialmente más escaso que en los años de bonanza. La relación existente entre los resultados económicos y la evolución de la confianza es clara: los países que sufrieron más los primeros años de la crisis han visto cómo se reducía más el capital social.