La comedia bufa del llamado "mamotreto" sigue coleccionando capítulos surrealistas. El edificio público de aparcamientos construido por el ayuntamiento estaba llamado a ser enterrado y su actual techo se convertiría en una plaza. Exactamente igual que ocurrió en la plaza de España, cuando se levantó la estructura de los actuales aparcamiento subterráneos. Pero no pudo ser: una esquina del edificio entraba en el suelo propiedad de otra administración. Y protegido.

Esta ciudad es experta en perderse por los meandros de su propia inconsistencia. En las costas de Añaza sobrevive el espeluznante esqueleto de un edificio de muchas plantas abandonado a su suerte hace décadas. Es un horrendo mamotreto donde hay gente que ha encontrado la muerte al caerse por los agujeros entre las plantas de la estructura abandonada. No está vallado, no está cerrado su perímetro y nadie se ha ocupado de demolerlo a pesar de que se encuentra tan cerca del marisco como el polémico edificio de Las Teresitas. Pero a este "mamotreto" poca gente le ha hecho caso y jamás se ha instado su derribo por Costas. No es políticamente relevante. Es lo que tiene estar más cerca de los riscos de Añaza que la playa.

Los problemas entre distintas administraciones, cuando todos los intereses son públicos, se suelen resolver con convenios y acuerdos. O a lo sumo con contenciosos administrativos. En este caso se recurrió a la vía penal aunque era un edificio público el que invadía la servidumbre. Si se toman la molestia de echar mano del Google Maps y mirar las costas de Canarias verán ustedes decenas y decenas de construcciones dentro de esos cien metros. Y si se leen la ley verán que el Gobierno puede autorizar "excepcionalmente" diversos usos dentro de esa franja.

En todo caso, ya hubo juicios y se condenó -¡a penas de cárcel!- a políticos y funcionarios por hacer aparcamientos para la ciudad. Y además se estableció la obligación de proceder al derribo del edificio de aparcamientos. Algunos la llamaron una sentencia "ejemplar". Es decir, que sirve de ejemplo. Habrá que esperar a ver cuántos concejales y funcionarios más irán a la cárcel en el futuro por tocar la servidumbre de Costas en varios expedientes abiertos ahora mismo en las Islas.

Ahora bien, ¿se tira todo el edificio o sólo la parte que invade el suelo de Costas? La Justicia entiende que si el ayuntamiento puede legalizar el resto del aparcamiento, sólo debe tirar el trozo que está en el solar ajeno. Y ahora viene lo gracioso. ¿Y cuál es? Porque hay dos versiones. En una, el trozo de suelo de Costas afectado es de unos cuatrocientos metros, más o menos. En la otra versión apenas son cincuenta y tres metros de una esquina. Y es que Costas no se ha aclarado con un mojón que en un deslinde aparece situado a una distancia y en otro figura a otra diferente. Con lo que ahora mismo el ayuntamiento está pendiente de que Costas señale cuál de los dos es el que vale.

Y ahí están, buscando el mojón viajero. Es de una seriedad que tumba para atrás.