Rafael Nadal ha dicho en estos días que por primera vez en su carrera profesional no ha sido "dueño" de sus emociones en la pista. Y lo detalla aún más señalando que no ha tenido "el control" de sus nervios. El grandísimo tenista reconocía que ha pasado "malos ratos", pero que lo ha superado. Fue en un acto que se celebró en el Auditorium de Palma, organizado por uno de sus patrocinadores. Al parecer, la sala rebosaba de gente. Y allí, entre los muchos asistentes estaban sus padres, algunos familiares suyos y sus amigos. Y ante tanta expectación, el famoso deportista dijo que en 2015 no ha ganado ningún torneo del Grand Slam ni tampoco un Masters 1.000 -algo que le ocurre por primera vez desde 2004- porque su lesión este año "ha sido mental".

No sigo el tenis y mis conocimientos no van más allá de algún titular de prensa. A Rafael Nadal sí. Lo sigo, no en la pista, sino a través de sus declaraciones. Desde hace un tiempo para acá presto atención cuando le escucho hablar y tengo notas de algunas de sus opiniones o de sus reflexiones tras un partido o a cuenta de alguna entrevista. Así que no me detengo tanto en su colección de trofeos como en su forma de interpretar su profesión.

Nadal es un número uno del tenis mundial. He leído que ahora es el quinto en la clasificación. Y cuando le han preguntado por su rendimiento a lo largo de este año no ha tenido reparo en admitir que, por "esa inseguridad mental", llegó a dudar de "cómo pegarle a la bola". Según explica, todo este estado de dudas se debe a las lesiones de rodillas, espalda y muñecas que sufre desde hace años. Dice que "se pierde seguridad, uno mismo se exige más y las cosas son complicadas". Luego da también algunas razones técnicas como que el tenis se está volviendo un deporte de velocidad en el que está primando la potencia antes que el juego táctico, por eso en el tenis de hoy se piensa menos que antes.

El tenista, triunfante en tantísimas ocasiones, ha reconocido que fueron sensaciones que le ha costado superar. Pero lo ha hecho. Según cuenta, lleva dos meses en que vuelve a hacer lo que hacía antes, que él define como "pegarle a la bola como lo siente en ese momento, controlando mejor la ansiedad y volviendo a disfrutar en la pista".

Rafael Nadal hablando de fortalezas y limitaciones. La grandeza del deportista es aún mayor, desde mi punto de vista.

Si hay un gesto de madurez que hable de nosotros, ese es el de reconocer las propias limitaciones. En el caso de Nadal hay un componente de generosidad, o de valentía, o de humildad, o de todo esto junto en el hecho de compartirlo públicamente. Su decidida postura a que conozcamos el origen de sus baches nos hace el favor de mostrar a un grande con potencialidades y vulnerabilidades que es justamente, creo yo, de donde nace su magnitud o su excelencia.

Y no solo de esto. También de su capacidad para rehacerse del despropósito y confiar. Nadal dice que está con "ganas e ilusión" para afrontar los próximos retos (el primero será la Copa de Maestros), que tiene una "gran motivación" y que, aunque no sabe qué puede pasar, intentará hacer "el mejor juego posible en una superficie que no le favorece".

Junto a las fortalezas, las limitaciones nos acompañan todo el tiempo, pero esta obviedad no dice nada en realidad. Aquí el reto está en mirarlas de frente, y después, aceptarlas con naturalidad. Y después, a lo Nadal, tratar de superarlas.

@rociocelisr

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