"De pequeño tenía ya claro cual sería mi vida,/en mi cara pintaba un payaso que hiciera reír,/el pasillo, en mi casa, escenario de mis fantasías,/una letra inventada bastaba para hacerme feliz". El lector, especialmente si es murguero, casi es capaz de acabar tarareando el archiconocido pasacalle que estrenó Bambones en 1996, una letra de Primi Rodríguez, el director, con montaje del entonces novel Julio Alexis Fernández Calzadilla, que define a Luis Hormiga, "Suspi", quien con solo trece años ya se curtió en Malaslenguas, Zipizapes y luego el Desbarajuste, antes de desembarcar en 1986 a Bambones.

La medianoche de ayer, con casi 52 años -que cumplía el 17 de diciembre-, fallecía Suspi. Suspi para el mundo del Carnaval; Siso, en La Laguna y amantes de la romería de San Benito...

A Suspi no le hizo falta ser director ni diseñador ni letrista para contagiar pasión por el Carnaval y dejarse notar; capaz de imbuir a todos en las decenas de proyectos que tenía para proteger y potenciar los valores de la fiesta, porque para él el Carnaval no era una fiesta; casi era una religión.

Era un murguero como los de antaño, de los que se erizan con un cancionero y una trompeta; de los que no van delante en la Cabalgata o el Coso, sino detrás ofreciendo a diestro y siniestro el cancionero o el CD. Porque para él, ser vendedor del cancionero era compartir un tesoro; un privilegio, no un encargo para novatos. Y así siempre lo defendió.

Mimaba cada disfraz; buscaba innovar y hacer un libreto diferente, pero sobre todo siempre tenía proyectos, muchos proyectos. Fue de los que "inventó" la sudadera como el disfraz de la afición. Aunque era más de Bambones que su payaso, colaboraba siempre con otras murgas para engrandecer el colectivo. De ahí, fue el "culpable" del nombre de Zeta-Zetas. Un detalle.

En su ánimo de unir y defender el colectivo, se inventó la federación de murgas. Un imposible para muchos el aunar diferentes caracteres que él, y solo él, hizo posible. Puso su mirada en Cádiz. ¿Por qué no llevar una murga al barrio de La Viña? Y lo consiguió, en pleno verano, con Bambones. Y enamoró a los gaditanos, hasta el punto de que el coro de Faly Pastrana se "disfrazó" de murga para recordar sus inicios. Ayer, entre las decenas de coronas llegadas al tanatorio, de las primeras, la del propio Faly Pastrana, mientras su "hermano" gaditano, Agustín Rubiales, hacía la ruta en avión Jerez-Madrid-Barcelona-Tenerife para estar este mediodía en el último homenaje.

Y fundó el Aula de la Cultura de Carnaval de Tenerife.

Ayer, el hijo del diseñador Santi Castro, cuando vio los ojos de su madre, no le hizo falta preguntar qué había pasado. Fue al armario, sacó la trompeta que le regaló Suspi y la hizo sonar, tal vez al ritmo de esta estrofa del pasado febrero: "En el cielo habrá un gran Carnaval, y en el cielo las estrellas brillan como lentejuelas..."