Junto a su paisano y amigo Luis García Montero, poeta, catedrático de Literatura y político, Miguel Ríos (Granada, 1944) participó ayer en la jornada que clausuraba el ciclo Otoño Cultural de la Fundación CajaCanarias titulado El Mundo que Queremos, un espacio donde debatió sobre "Cultura y dignidad democrática" y que cerró el músico, como no podía ser de otra manera, con un breve recital.

Pero antes de ponerle voz y música al epílogo, Miguel Ríos atendió a los periodistas en una rueda de prensa -que comenzaba una media hora antes de las dos de la tarde de ayer-, junto al escritor y moderador de este ciclo, Fernando Delgado, más otro Delgado, de nombre Alberto, presidente de la Fundación CajaCanarias.

El rockero agradeció los elogios hacia su persona y se consideró afortunado por el hecho de contar con "unos amigos tan buenos". No escondió que siempre se ha sentido cautivado por las Islas y, además, entonó esta admiración de una manera sincera y abierta -no con la falsedad del godo-, destacando un territorio que calificó "entre onírico y real", situado como "frontera del desierto" y que, según reconoció, siempre lo deja absorto, sobre todo por los contrastes de un paisaje donde se funden el negro intenso de la lava y el verde de la viña, en referencia a la imagen de La Geria, en Lanzarote.

"Luis es un ciudadano imprescindible", señaló de García Montero, compañero de diálogo. "Le gusta admirar a la gente y te enseña, a través de la palabra, cómo es posible alcanzar esa admiración".

Y esta actitud no representa "un postureo", subrayó Miguel Ríos en alusión a una persona "valiosa", que es capaz de contagiar ideas y emociones, y del que se consideró "telonero" en el acto celebrado ayer.

Si hubieran coincidido con Almudena Grandes, la conjunción habría sido perfecta. "La amistad es un baluarte insalvable", sentenciaba Miguel Ríos.

Pero además de este sentimiento universal, el artista se centró en dos ideas: la necesidad de recuperar la esperanza y también la conciencia crítica.

En opinión de Miguel Ríos nos encontramos como sociedad ante "una encrucijada" y desde la condición de seres humanos debemos adquirir conciencia de nuestra capacidad para reivindicar el mundo que queremos.

"La ilusión no es posible" y a continuación se refirió a que "confiamos nuestro futuro mediante la emisión de un voto", apuntando al hecho de que los poderes políticos no nos permiten ser protagonistas de nuestros destinos.

En el fondo se mostraba autocrítico y no dudó en hablar de su época como "chico ceja", que así se definió, cuando participó en la Plataforma de Apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero, creada durante las elecciones de 2008 para impulsar la reelección del candidato socialista, de cómo estuvo presente y de forma activa en "una huelga general", lamentándose de que en el plazo de tan solo dos años como presidente, "aquel candidato al que le había votado hubiera cambiado totalmente su discurso".

Acaso desde el desencanto, Miguel Ríos se muestra ahora plenamente convencido de que "el pueblo está por encima de quienes lo mandan, porque es el pueblo el que tiene que decidir", que debe ser militante y de esta manera hacer realidad el concepto de soberanía popular, que asegura está raptado.

El legendario cantante de rock & roll criticaba, por ejemplo, "la falta de atención que solemos prestarle a los problemas planetarios", y puso como ejemplo el evidente caso del calentamiento global, porque parece más interesante lo que pueda llegar a estar diciendo "un tío desde Cataluña".

También cuestionaba el hecho de que "unos políticos que cobran de los impuestos que pagan los ciudadanos hagan lo contrario de lo que la sociedad les reclama".

Miguel Ríos sostiene que debe construirse un tejido social "con mayor espíritu crítico", capaz de desenmascarar a unos políticos que incumplen sus promesas.

Lo cierto es que reconoce cómo "la estética es tan peligrosa como la ética" y, a propósito, señala que con la llegada de internet "la información ha perdido valor, su verdadero pedigrí".

Miguel Ríos

músico

Cataluña y la convivencia

Miguel Ríos considera "fundamental" que la gente pueda disponer de capacidad para decidir sobre su futuro en Cataluña. Por esta razón defendió una reforma del actual texto de la Constitución. A su juicio, ciertas actitudes políticas son las verdaderamente responsables de que muchos quieran "romper la baraja" allí, donde todos los puentes que se habían tendido se han ido rompiendo por intereses "absolutamente oscuros". En este sentido entiende que el mejor camino es el de articular reformas constitucionales que permita desarrollar un referéndum en Cataluña, territorio en el que la mala gestión política ha ido creando desafectos y donde considera que los ciudadanos críticos pueden hacer posible un "espacio de convivencia".