Lo que empezó como un juego ha terminado con tres estudiantes de segundo de la ESO en unas Olimpiadas Robóticas Mundiales (WRO) en Doha (Qatar). Álvaro Amaya Ramos, que es profesor de informática, decidió hace unos años introducir a su hijo Lorenzo Amaya García en el mundo de la robótica, una afición a la que se sumaron dos amigos, Jorge Juan Arencibia Martínez y Gabriel González Martín, y que ha seguido creciendo hasta llevarlos a competir con otros adolescentes de medio mundo a casi 7.000 kilómetros de distancia de sus casas.

Estos apasionados de la robótica residen en La Orotava, el Puerto de la Cruz y Santa Úrsula. En 2014 ganaron la competición regional y lograron el campeonato de España. Por falta de financiación no pudieron participar en el campeonato del mundo de ese año, pero en 2015 volvieron a ganar en Canarias y fueron subcampeones nacionales, y no dejaron pasar esta oportunidad. A pesar del costoso viaje, que financiaron sin apoyo institucional, se plantaron en la WRO y lograron un meritorio puesto 27 entre 88 participantes en la categoría Junior High, de 13 a 15 años de edad.

Amaya explica que la WRO surgió en Asia hace 12 años y que la presencia española solo tiene tres años de historia. En la competición, los participantes debieron crear este año un robot explorador capaz de detectar en un espacio acotado recursos naturales negativos y positivos y recoger solo los positivos. En apenas 2,5 horas tuvieron que ponerlo a punto.

Las cosas no salieron tan bien como esperaban, pero el grupo del Norte de la Isla hizo un dignísimo papel ante grandes potencias mundiales en robótica. "En Asia se toman la robótica tan en serio como nosotros el fútbol. Los niños con 5 años aquí empiezan a jugar a la pelota y allí a construir robots", destaca Amaya.