¿Qué tendrá que ver lo uno con lo otro? Lamentablemente más de lo que piensan, porque a la grave situación de paro que aún tenemos, hay que añadir ese prefijo que pertenece a un número de teléfono falso de solemnidad, con el que muchas empresas o particulares son capaces de ganar dinero a costa de las necesidades ajenas.

Esto viene a colación de un anuncio en prensa de una cadena de supermercados que solicita personal para diversos puestos de trabajo, y pone como contacto un teléfono falso, como indican desde las organizaciones de consumidores. Lo que no sé es cómo funcionan y quién se beneficia, y menos entiendo que las compañías telefónicas cobren 0,65 euros por minuto a todos aquellos incautos que se les ocurre llamar a estos anuncios trampa. Es una aberración que se aprovechen del triste panorama que atraviesa el país, y me parece miserable jugar con las necesidades ajenas. Como dijo el famoso torero el Gallo: "Hay gente patoo".

En las últimas encuestas de población activa resaltan que en España tenemos casi 4.200.000 personas sin empleo. Desde ahora hasta mitad de enero podría bajar de los cuatro millones, lo que sería una buena noticia, pero los sindicatos y la oposición dirán que es empleo precario por la campaña navideña, pero esos doscientos mil parados menos impulsarán la economía, guste o no. Aún así, la situación está plagada de contradicciones y espero no herir susceptibilidades. No sería la primera vez que alguien que no está de acuerdo me salte a la yugular.

Mi primer argumento es para la economía sumergida, que siempre existirá aunque Hacienda intente luchar para erradicarla. No tiene suficiente capacidad de maniobra para conseguirlo, puesto que el problema está en obligar a todo el mundo a pagar un exagerado seguro de autónomo, y estoy convencido que si la bajaran, declararían muchos más y se reducirían los parados.

Otra explicación a por qué no cambian las cosas tiene que ver con los periodos de vacaciones. En cuanto hay un puente el país se pone en movimiento y se desplazan quince o veinte millones de personas a las zonas costeras y las islas. Si de verdad el paro tuviera esas cifras, creo que la agitación y quejas de los sindicatos deberían ser mayores. Pero nadie clama, las organizaciones de consumidores apenas hacen ruido, a los empresarios pequeños y medianos no se les ve el pelo y los autónomos no se sabe dónde están. No me creo las cifras, ni las oficiales ni las sindicales, y menos las de los partidos políticos en la oposición.

No piensen que tengo el menor interés en que el país se lance en tromba a una sublevación, todo lo contrario, prefiero un ciudadano pacífico. Pero cada vez me parecen más alarmantes los datos de las organizaciones sociales que luchan a brazo partido para erradicar el hambre. O las cifras que baraja Cáritas Diocesana, que asiste cada día a más pobres, mientras hay más diferencias sociales con ricos más ricos. De cualquier forma siguen habiendo cosas que no casan, o los que trabajan ganan más y son los que se ausentan en los puentes, o el reparto es cada día menos equitativo.

Con estas diferencias llegamos a la campaña electoral, y sean más o menos los parados, la situación real es difícil y comprometida. Tranquilos, que vienen los salvadores de la patria a prometer lo de siempre y nunca cumplen: vivienda para todos, sueldo mínimo de mil euros, sanidad y educación gratis... Cual magos con sus varitas mágicas, de un plumazo resolverán todos nuestros problemas.

No quiero dejar en saco roto las grandes diferencias que siguen existiendo en los salarios, y que la solución está en un reparto más equitativo y más conciencia social por parte de políticos, cargos asesores y altos funcionarios. Compartir más y mejor y no permitir tanta pobreza. Ayudar más a quien realmente promueve la riqueza y el empleo en el país, que es el pequeño y mediano empresario y el autónomo. Son el motor de la economía. El grande está ahí porque ha conseguido sus propósitos y también hay que cuidarlo. No entiendo el desprestigio al que está sometido por la sociedad en general. Menos funcionarios, más empleo privado, y menos trabas burocráticas.

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