Las elecciones es lo que tienen, que estimulan la imaginación creativa de los partidos políticos y se lanzan ideas, campañas y propuestas que intentan ser novedosas y sorprendentes. Desde que los programas electorales se acogieron al espíritu de la literatura onírica ya no existen límites para la fantasía. El PP llegó a incluir en uno de los suyos que los ciudadanos canarios pagaríamos un 25% menos (en el IRPF) sobre las rentas del trabajo. Ganó el PP las elecciones y de la promesa nunca se supo. Fue un adelanto de estos últimos cuatro años en los que subió impuestos y aumentó la deuda pública española después de afirmar que haría exactamente todo lo contrario.

El mundo promisorio incumplido no es exclusivo de los populares. Lo inauguró el PSOE en los tiempos de la OTAN, que de entrada no y después claro que sí. Y en general todos los partidos lanzan en las campañas tal cantidad de patrañas, algunas bienintencionadas y otras puramente disparatadas, que han convertido las promesas electorales en una cosa chusca y objeto de todo tipo de burlas.

A falta de saber la totalidad de los cuentos de la lechera de los próximos cuatro años, Izquierda Unida ha lanzado una "idea fuerza" en su campaña electoral que consiste en limitar los salarios máximos de este país a 6.500 euros al mes. Que ya quisiéramos, porque al común de los mortales ese techo queda bastante lejos. El problema es que no solo se refiere a los sueldos públicos, sino también a los de la empresa privada.

Que se jodan los banqueros, piensa uno de inmediato. Pero no. La medida también afectaría al talento de este país en otras muchas áreas. Por ejemplo, habría que empezar diciendo adiós al fútbol de la liga de las estrellas porque los sueldos rompen por mucho el techo del salario máximo. No son los únicos. También en el baloncesto. Y saquen el pañuelo para despedirse de los tenistas de élite. Para Andorra, los que no se hayan ido ya.

El recorte por arriba alcanzaría de paso a los principales presentadores de programas estrella de la televisión y de la radio, cuyas cifras alcanzan varios millones de euros al año. Ni que decir tiene que los controladores y gran parte de los pilotos de líneas aéreas ya empiezan a morderse las uñas pensando en una reducción importante de sus ingresos anuales. Y los odontólogos que nos taladran las caries. Y los cirujanos de más éxito, desde los que se dedican a la plástica hasta los que hurgan en otras partes menos estéticas. Muchos actores, tanto de la televisión como del cine, verían seriamente mermados sus estipendios al menos si se deciden a quedarse en el país de los "sueldos máximos". Y desde luego, aunque no es el caso general, a los científicos y a los escritores les estaría vedado ganar el Nobel, que rompería el techo de ingresos anuales permitido por el nuevo régimen.

Es posible, casi seguro, que veamos otras propuestas estrambóticas en esta campaña. Pero tan excelsa como esta, seguramente pocas.