No es de recibo frivolizar sobre algunas cosas, especialmente sobre las que tienen que ver con el dolor de las personas: el bárbaro asesinato de un centenar muy largo de ciudadanos de París ha conmocionado al planeta y ha despertado una intensa percepción de humanidad compartida y emociones solidarias. Pero en el centro de esa ola, las redes sociales, con su capacidad de procesar y digerir a velocidad supersónica todo lo que ocurre, ya han comenzado a desacralizar los ritos de miedo y el dolor, con un desparpajo descreído y nihilista que demuestra la creciente tendencia del mundo desarrollado a no respetar siquiera sus propios lutos: bromas obscenas, trivialización del debate sobre lo sucedido, recurso permanente a la ocurrencia y lo anecdótico, creación de imaginarios gráficos que no explican nada (pero lucen muy bonitos en los dispositivos)... En fin, lo que quiero decir es que las redes de lo virtual no son la contraparte de las redes nada virtuales del terror. Contribuyen a una falsa sensación de conexión ajena a la verdadera acción, y además contaminan nuestro lenguaje práctico de un enorme caudal de tonterías, lugares comunes, presunciones y narrativa chiripitifláutica. En las redes se viven vidas imaginarias, se asumen declaraciones heroicas y se gobierna vicariamente el mundo.

No sé si la concejala Zaida González, primera teniente de alcalde de Santa Cruz de Tenerife, y responsable de seguridad del municipio, es usuaria activa de las redes, pero ayer se dejó arrastrar por un entusiasmo infantil al reconocer en sí misma la capacidad virtual de prever acontecimientos. La concejala propuso hace unas semanas impartir a la policía a sus órdenes un curso sobre terrorismo yihadista, iniciativa que provocó entonces alguna moderada chanza. Los hechos -cree la concejala- le han dado ahora la razón.

Por supuesto que el conocimiento no ocupa lugar, y que no está de más que todo el mundo -incluso la policía local chicharrera- sepa algo más sobre este asunto. Pero puestos a formar a la guardia municipal quizá fuera más útil hacerlo sobre violencia machista, tipos de toxicomanía o mediación en conflictos vecinales. Doña Zaida entiende que es una prioridad la formación de la policía urbana sobre terrorismo yihadista y cree que la barbarie de París le ha dado la razón. Vale, si le consuela, para ella la perra chica. Preguntada en la radio por el coste de la iniciativa, sobre quién va a impartir los cursos y cuándo, se negó a ofrecer ninguna información al respecto, alegando obvios (para ella) motivos de seguridad. Y yo vuelvo al principio: nuestra concejala está probablemente conmocionada por lo ocurrido y cree que ser responsable de seguridad en una pacífica capital de provincia es comparable a ser jefe del contraespionaje militar. Es lo que tiene instalarse en lo virtual, que se confunden las cosas. Pero incluso en sueños se pasa doña Zaida: si el Gobierno de Francia debe explicar a sus ciudadanos el coste de la operación de castigo contra el ISIS, nuestra concejala no debería ocultarnos lo que vamos a pagar los vecinos de Santa Cruz al experto (o expertos) que van a instruir a la policía local en contraterrorismo. A mí, que estos asuntos suelen darme bastante igual, hasta ha empezado a picarme la curiosidad. Estoy tan preocupado que voy a escribirle un twitt a ver si me contesta.