El cronista está sometido a una presión terrible. Incluso cambiar de opinión le cuesta poco, nada habitual en él, que suele ser firme en sus convicciones. Desde aquel viernes, por cierto, 13, aún próximo, declaraciones, imágenes y opiniones dispares se han vertido a mansalva desde los mismos escenarios de los terribles sucesos, en las tertulias de radio y televisión y desde los micrófonos presidenciales y ministeriales de muchos países del mundo, especialmente europeos y que producen ese desequilibrio

La masacre de París por la fuerza de las balas y de la pólvora, dinamitaron por primera vez...

-¡De por primera vez nada, señor cronista!

-¡Y de dinamita, menos!

-Señores, que no he terminado mi exposición y se han metido ustedes en...

-¡Escuche, imberbe juntaletras!

-¡Sí, escuche, para que no siga metiendo la pata!; aprenda y luego hable...

-(Un individuo, vestimenta árabe, turbante, y un atildado caballero, de poblada barba, son los que hacen su aparición interrumpiendo lo que les quería decir, amigos lectores).

-Señores..., que estaba diciendo que...

Alssamt, alssamt! (Casi grita el del turbante).

Om tystnad!, ¡Om tysnad! (Dice en voz alta su acompañante).

-Le han dicho que se calle, que se esté en silencio, hombre. En árabe y en sueco, cronista.

-¿Árabe y sueco? ¿Pero quiénes son estos tíos?, Juanma.

-Sí, el moro estuvo en la batalla de Niebla en Huelva y el otro... ¿No lo conoce, por su invento y sus premios, los más famosos del mundo?

-¿No me diga que es Nobel, Alfred Nobel?

-Pues sí, somos los que dice el señor García Ramos, a quien agradecemos su invitación para visitar Tenerife y dar unas conferencias en la isla.

-¿Y...? ¿A qué viene su actitud conmigo?

-Pues que ni la pólvora ni la dinamita se han usado en esos terribles actos terroristas de Francia, como usted decía.

-¡Hombre, que don Alfredo inventó la dinamita, vale, es verdad! ¡Pero usted, Mohamed, no me diga que los árabes inventaron la dinamita! Fue invento chino y, por cierto, lo usaban como fuegos artificiales. Y ustedes lo emplearon en Niebla, por primera vez en Europa contra el rey don Alfonso el Sabio.

-Sí, los primeros. No nos quedó más remedio, las huestes castellanas eran muy fuertes.

-¿Y usted, señor Nobel, qué dice?

-Que es una desgracia lo que está ocurriendo. Bastante sufrí y me arrepentí del daño que hizo mi invento de la dinamita, y por eso se crearon los premios que llevan mi nombre. Y aclararle que lo que emplearon los terroristas en Francia es el nitrato de amonio.

-¿Pero eso no es un fertilizante?

-Sí, pero mezclado con ciertos combustibles produce una gran deflagración.

-O sea, el llamado ANFO.

-Efectivamente, el amonal.

-Aclarado queda señores. Pero sea el explosivo que sea..., las víctimas son personas y...

-...Y una preciosa perra policía, señor, que también estaba de servicio con las fuerzas de seguridad.

-Sí, señor, un recuerdo también. Y esto no para. Ahora nuevo ataque, con víctimas, a un lujoso hotel de Mali y...

-No siga, no siga; precauciones sí, todas; pero no alarmemos más de lo necesario a la población, como se empeñan en hacer ciertas autoridades.

-Cierto, pero hasta el papa Francisco ha calificado lo que pasa como la tercera guerra mundial.

-Y no ha sido el único. Ahí está Françoise Hollande, el presidente de la República Francesa, que ya ha dicho que es una guerra declarada.

El cronista se alarma y desazona al oír estas conversaciones fatalistas. Y trata de huir de ellas; mas no puede. Y piensa en las palabras de G. Marshall:

"El único medio de vencer en una guerra es evitarla".

Pero, ¿quién le pone el cascabel a la fiera?

-To be, or not to be: esta es la cuestión.