Cada día se libra una "batalla" entre ladrones especializados en hurtos y empresarios y trabajadores de tiendas de Playa de las Américas y Costa Adeje. Los comerciantes creen que los delincuentes especializados y profesionales juegan con la ventaja de unas leyes muy blandas con sus acciones. En estas semanas comienzan a recrudecerse las denuncias por robos al descuido por la consabida llegada de individuos originarios de Europa del Este, principalmente de Rumanía. Pero hay otros que actúan todo el año en el sur de la Isla y los empresarios sospechan que sustraen tabaco o determinadas bebidas por encargo.

El dueño de una importante cadena de distribución de este tipo de productos, que posee una nave en Adeje y 14 tiendas repartidas por varias zonas del Sur, ha apostado firmemente por implantar diferentes sistemas de seguridad, tanto físicos como de videovigilancia.

Este empresario señala que, cada día, le sustraen mercancía por cantidades que rondan entre los 500 y los 1.000 euros aproximadamente. Con mucha frecuencia, una encargada de esta sociedad acude a la Comisaría de la Policía Nacional del Sur a interponer denuncias y a llevar fotos y vídeos de los delincuentes. Se trata de individuos reincidentes y conocidos por los agentes, por muchas empleadas y empleados, así como por la propiedad.

Cada pocos años, el dueño de la cadena comercial debe reforzar los sistemas de seguridad en su nave. Las últimas medidas incluyen alarmas en las puertas de emergencia, sensores en los muelles de carga de camiones, alarmas conectadas a los focos y elevar una valla metálica para que no le roben cajas de tabaco enteras (entre 1.000 y 1.500 euros a precio de costo) en horario de atención al público. El sistema de los autores de hurtos consistía en que uno entraba al recinto del tabaco, cogía una caja y la lanzaba por encima de la citada valla. El compinche la recogía y salía por una de las puertas de emergencia.

Comenta que "el problema es que son los mismos y viven de eso". Añade que, por muchos esfuerzos que se haga por atraparlos "in fraganti" y por mucho empeño que pone la Policía en detenerlos, si las leyes no cambian para favorecer su expulsión del país si se prueba que son reincidentes, continuarán delinquiendo y perjudicando seriamente a los empresarios y a la imagen del turismo, "que es de lo que vivimos". Y estima que también se debería penar más a quien adquiere los productos robados.

El pasado miércoles, la citada encargada interpuso un total de cinco denuncias y cuatro de ellas iban dirigidas a los mismos ladrones. Sin apenas dejar de mirar las tres grandes pantallas desde las que controla lo que ocurre en las tiendas, esta responsable de la cadena aclara que "los ves robando en un local y a los 15 minutos ya están en otro".

Los autores de hurtos tienen aspecto de turistas y buena presencia. A veces actúan en solitario y, a veces, van en pareja (hombre y mujer). Si detectan que en un comercio de la cadena hay un empleado o empleada inexperto, en esa tienda incidirán mucho más.

Un ejemplo del sentimiento de impunidad con el que operan se dio el viernes 13 de noviembre. A las 15:49 robaron en una tienda de San Eugenio 214,49 euros en tabaco (8 cartones). El empleado se da cuenta del robo y se lo recrimina. El trabajador sufre empujones y amenazas. Pero a las 19:46 horas del mismo día, los mismos delincuentes sustrajeron en ese mismo local otros 254,94 euros en tabaco.

Tres días después ocurrió algo similar en Malibú Park. A las 17:32 horas, sustrajeron en un comercio 14 cartones de tabaco por valor de 391 euros. La chica llevaba la mercancía en un bolso y el varón en unos pantalones. Y una empleada los sorprendió, por lo que recibió insultos y amenazas. Apenas cuatro horas después, los mismos ladrones volvieron a intentarlo. Al ser sorprendidos, le dijeron a la empleada que la conocen, que la esperarán a la salida y que le pegarán una paliza.

A uno de los rumanos habituales le constan 15 denuncias por los mismos hechos. En una ocasión, al ser pillado por el personal, riéndose le entregó dos cartones de tabaco a las trabajadoras y él se quedó con otras siete.

La mayoría del personal defiende esos "ataques" al negocio. Pero en algún caso aislado también ocurre que el "enemigo está dentro". Este mismo año, esta cadena comercial debió denunciar a una empleada. A los dos días de que la encargada decidiera vigilar lo que se veía por las cámaras de seguridad, detectó que dicha trabajadora sustraía alrededor de 50 euros en efectivo al día y unas tres cajetillas de tabaco. La mujer que controla las pantallas detectó en una ocasión que dicha empleada le cobró a un empresario asiático 10 cartones de tabaco, aunque se había llevado 15. Fue detenida en una de las tiendas por agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Llevaba ocho años en la empresa.