Hay dos avances importantes en esta corta etapa de Martí en el banquillo del Tenerife. Uno en la tabla, con la suma de 7 puntos sobre los 9 disputados, y otro, que es más importante, en el juego. En solo tres semanas el equipo es otra cosa. Hay una inconfundible tendencia hacia la identidad que se perdió tanto tiempo atrás. El Heliodoro reconoce este reencuentro con el fútbol que gusta aquí y lo valora. La ovación de despedida a los jugadores premiaba algo más que el esfuerzo, que tampoco faltaba cuando no había juego. Martí sacó a jugar a un Tenerife abierto, con dos extremos, Suso y Omar. El grancanario se pegó al costado izquierdo buscando debilidades en las alegrías de Stankevicius (tal vez esa sea la razón por la que arrancó Aitor en el interior izquierdo, luego se cambió). El equipo tuvo la pelota, no la rifó como otras veces, tiró hacia arriba a Cámara para acabar con Suso más por dentro, manejó las posesiones con el buen criterio de Ricardo en el inicio y, en su apuesta por apretar en el medio, acabó por alejar a los volantes del Córdoba de sus dos buenos delanteros. Ese dominio dio como fruto una buena serie de ocasiones: un remate de Omar que desvió Razak (7''), un cabezazo de Germán que volvió a salvar el meta (11''); otro cabezazo de Jorge que repelió el palo (12'') y un disparo más de Omar que volvió a obligar a Razak (29''). El juego en campo del rival puso en evidencia la confianza que ha ganado el equipo para tener el balón. Todo a partir de la presión en tres cuartos que hacen Vitolo y Aitor, con la que protegen de manera espectacular a la línea defensiva, que no sufrió casi nada en toda la primera parte. Enfrente, un Córdoba que jugó más directo, descubrió el escalón de la media punta, quizás sufrió porque tenía menos gente por dentro, pero se justifica porque lo que planeaba era el contraataque (4-4-2), con dos delanteros de postín, a los que buscó cada vez que superó la presión local en tres cuartos de campo, que fueron más bien pocas. Florin Andone intentó explotar la zona que descubría Cámara en sus subidas al ataque, pero Jorge lo paró bien. En realidad Oltra mantuvo a sus dos delanteros incluso con 0-1, precisamente hasta la jugada previa al empate local cuando quitó a Xisco y metió a Gálvez para adelantar a Markovic. Que el cambio coincidiera con el gol de Nano es solo una casualidad. La primera parte de los andaluces fue discreta, aunque de inicio en la segunda mitad rellenaron el campo por dentro con los dos de banda y se acercó más al área local jugando. El tramo inicial de este segundo periodo fue decisivo, porque aunque el Tenerife volvió a avisar con un cabezazo ligeramente alto de Germán, reivindicando la superioridad local en el juego aéreo, fue el Córdoba el que encontró su jugada. Un córner a favor fue mal defendido por el Tenerife con Ricardo en el balance defensivo. Se fueron tres contra Cámara. Florin salvó al lateral que cerraba, corrió todo medio campo y batió a Dani en su salida. Iban 15 minutos. Poco antes había entrado Tomás Martínez en el falso "9" por Cristo, pero el partido tomó otro cariz y pidió más riesgos. Con su equipo precipitado por el golpe recibido, Martí fue añadiendo argumentos para crear ventajas en el juego de posición en campo contrario. Tardó 12 minutos en quitar a Ricardo, retrasar al argentino al carril del "8" y poner a Nano de referencia. Aitor bajó al pivote y Vitolo siguió más adelantado. Luego entró Jairo por Omar para darle frescura a la banda izquierda. Entre unas cosas y otras, el riesgo, la acumulación de jugadores dinámicos y el instinto conservador del Córdoba, el partido entró en una fase de ataque continuo del Tenerife, que encontró su premio en un rechace después de uno de los tantos córners que lanzó. Los últimos minutos fueron una llama a rebato, en los que el Córdoba aguantó a pelotazo limpio para poder celebrar un empate que mejora sus méritos. El Heliodoro despidió en pie y con una cerrada ovación a un Tenerife al que ya reconoce por su identidad. Bendito tesoro.