Considero que este viejo refrán tan usado en el lenguaje cotidiano de los españoles es lo que le ha faltado decir al presidente francés, Francois Hollande, como colofón a su gran discurso ante los diputados y senadores en el marco incomparable de Versalles; para hacer ver al mundo -principalmente a los países considerados dignos (?) herederos de la civilización occidental- que su invocación al artículo 42.7 del Tratado de la Unión -una cláusula de solidaridad europea introducida por el Tratado de Lisboa que entró en vigor en 2009 y que nunca había sido activada hasta ahora- iba en serio. Es más; les advirtió: "O ellos o nosotros". Y lo dijo sobre todo, al experimentar en sus carnes -y por extensión en la de sus compatriotas franceses-, que los representantes políticos de dichos países, después de las condolencias, los pésames y las rasgaduras de vestimentas por los terribles acontecimientos acaecidos en París el pasado viernes 13, hacían mutis por el foro y se ponían de perfil ante tal petición de ayuda; eso sí, mientras cantaban o silbaban la Marsellesa.

Dicho artículo viene a decir nada menos que "si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Ello se entiende sin perjuicio del carácter específico de la política de seguridad y defensa de determinados Estados miembros". En una palabra: guerra. Francia, a través de su presidente y respaldado por la mayoría casi absoluta de los miembros de la Asamblea Nacional, le han declarado la guerra al Estado Islámico: anunció que no habrá tregua para los terroristas. "Vamos a intensificar los ataques en las próximas semanas", dijo, y lo cumplió a las pocas horas. Además, propuso extender el estado de emergencia por tres meses. Y lo consiguió implantar a las pocas horas.

La respuesta de sus aliados y de buena parte de los países islámicos del Golfo Pérsico ha sido de apoyo moral incondicional; es decir, sí pero no. Contra la barbarie y el fundamentalismo irracional de unos asesinos, la respuesta ha sido la del buenismo imperante en la actual sociedad occidental, donde se prefiere cerrar los ojos pensando infantilmente que el problema desaparecerá si no se le ve o no se le presta la debida atención; aunque para ello haya que socavar los principios de libertad y de seguridad que son los pilares de las sociedades occidentales. Da igual entrar en pánico colectivo. Dejarse amedrentar. Alterar la vida cotidiana de media Europa suspendiendo medios de transportes y partidos de fútbol o movilizando toda la seguridad oficial y privada para vigilar un simple derbi.

No es de extrañar, pues, que los franceses, sintiéndose más solos que la una, se hayan echado en manos de Rusia. Ahora resulta que Putin se ha convertido en el primo de Zumosol, y que, aún apoyando incondicionalmente a su "peón" sirio, Bashar al-Asad, se ha esforzado más si cabe en la acción de ataque aéreo contra las ciudades sirias en poder de los terroristas del Isis, transformado recientemente en califato, al comprobar en sus propias carnes que el avión ruso caído en el Sinaí lo fue por un acto terrorista al poner estos una bomba debajo de uno de los asientos.

Incluso el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, imbuido del "Pensamiento Alicia" aprobó este viernes por unanimidad una resolución impulsada por Francia que reclama a los países "todas las medidas necesarias" para combatir al autodenominado Estado Islámico (ISIS) y los grupos vinculados a Al-Qaeda. Aunque, por supuesto, no invoca el capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas, que es el que daría base legal para el uso de la fuerza. Es decir: sí pero no. Todo ello a la vez que en Mali -antigua colonia francesa- se secuestraba y se asesinaba a decenas de turistas de un hotel por no saber recitar alguna frase del Corán. Visto lo visto, será cuestión de comenzar a estudiarlo.

macost33@gmail.com