La Universidad de La Laguna (ULL) necesita 800.000 euros para devolver la paga extra que se suprimió a la plantilla como consecuencia de la crisis. El exiguo incremento del presupuesto por parte del Gobierno canario, apenas un 1% más, solo servirá para afrontar el 85% del gasto; el resto tendrá que aportarlo el centro a través de fondos propios.

Así lo explicó ayer el rector de la institución, Antonio Martinón, en un almuerzo organizado por la Asociación Alumni ULL, entidad que preside Carmen Pitti. El responsable admitió que aún no sabe de dónde sacarán ese dinero.

Además, Martinón explicó que el centro dispondrá en 2016 de 300.000 euros extras para fichar a investigadores de prestigio. Esta partida, autorizada por el Gobierno de Canarias, servirá para financiar un programa equivalente al Ramón y Cajal nacional, compuesto por los expertos más brillantes en diferentes áreas. Además, el centro ultima una negociación con el Cabildo para que la corporación aporte dos millones de euros a un plan de mejora de la relación entre "el mundo económico y el académico", es decir, impulsar la transferencia de conocimiento.

Esta primera línea de financiación cubrirá los gastos para contratar a ocho científicos durante 2016. El responsable insistió en que el principal propósito de la ULL es visibilizar todo lo que se hace de puertas para dentro y trabajar para convertirse en una "potencia formativa" en aspectos como el turismo y la vulcanología. En este sentido, dijo que la dirección del centro trabaja en el diseño de dos másteres internacionales, uno en Turismo y otro en Geología, que aspiren a captar estudiantes de cualquier parte del mundo. Martinón explicó que el liderazgo en el sector turístico y las cualidades geológicas del Archipiélago convierten al territorio en el lugar perfecto para ello. "Somos líderes mundiales en turismo y somos un laboratorio vivo; tenemos que aprovecharlo", subrayó. El rector admitió que los retos tienen que estar a la altura del presupuesto y lamentó que, un año más, la ULL no disponga de más fondos.

A pesar de estas restricciones, el equipo de Martinón sigue planteándose retos. Uno de ellos tiene que ver con el déficit de idiomas, un mal que afecta a Canarias y al resto del país. "Los alumnos no llegan con un mal nivel de inglés, pero se pasan cuatro años sin practicarlo, y cuando quieren estudiar un máster le exigimos un B1 que no tienen", lamentó Martinón. Ese problema ha llevado al rector a contar con un asesor de política lingüística con el que está estudiando la forma de conseguir que los idiomas no sigan siendo una formación accesoria a la que solo algunos recurren.