La necesidad del ser humano de establecer vínculos emocionales y físicos con el otro a través del amor es la fuente de inspiración en la que han bebido la bailarina y coreógrafa tinerfeña Carlota Mantecón (Tenerife, 1984) y el madrileño Jesús Rubio (1982) para dar forma a la propuesta escénica "El ejercicio del amor", que se estrenará hoy, a las 20:30 horas, en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. Las entradas costarán diez euros.

Esta pieza de danza contemporánea, que tiene unos sesenta minutos de duración, reflexiona a través del lenguaje corporal y su infinito vocabulario sobre "la capacidad y el deseo de permanecer junto a alguien, sobre el paso del tiempo compartido y sobre todas las pequeñas cosas que se nos van ocurriendo mientras tanto", señala Jesús Rubio.

"El ejercicio del amor", añade el bailarín y coreógrafo madrileño, "es una pieza despojada, casi desnuda, un ritual en la que ambos creadores se entregan a una rutina física intensa y minuciosa, a un estudio del cuerpo a cuerpo para explorar cuestiones relacionadas con el encuentro con el otro, la persistencia, la resistencia, la compañía y el amor".

El relato se desarrolla en un silencio total, en un espacio minimalista, vacío, sin otros recursos escénicos, en el que el cuerpo es el protagonista central, al igual que las acciones físicas que realiza, tales como sostener o apoyarse el uno en el otro, abandonarse o entregarse, estar y respirar, tocarse y sentirse mutuamente, entre otros actos físicos que dan forma al espectáculo.

Para Carlota Mantecón, personificación de la experimentación en el ejercicio de la creación escénica, amante del riesgo en las propuestas coreográficas y los trabajos que buscan nuevos lenguajes, esta pieza surge de "un encuentro entre los dos que estamos cuestionando y poniendo en práctica una serie de acciones de una forma bastante desnuda y despojada, casi prácticamente en silencio. Toda la atención se centra entre el encuentro de dos cuerpos y las acciones que llevan a cabo, como permanecer juntos, apoyarse, sostenerse, encontrarse (...). Partimos de la idea del amor como algo que se pone en marcha, que se practica, casi que se construye (...) El sentimiento, digamos que se da por hecho, se sobreentiende que siempre está ahí. Cuando se encuentra con el otro siempre hay una disposición, puede ser con un amigo, tu madre o un primo, el amor está ahí. El sentimiento está ahí, pero al final lo que cuenta son las acciones entre ustedes. No estamos hablando del amor de pareja, sino de un concepto universal".

Mantecón reiteró que la fisicidad lo es todo en este montaje escénico, en el que los bailarines ponen sus cuerpos al servicio de la danza con la sana intención de poder sugerir en la imaginación del público sensaciones abiertas a su sensibilidad. "Hay algunos momentos de fisicidad extrema, pero también delicados y muy sutiles. Lo describiría casi como un trabajo de escucha entre dos cuerpos sensibles que acceden a espacios que no son cotidianos".