Es el epíteto más suave que se me ocurre aplicar a don Artur Mas, o menos. Y ello como consecuencia de unas declaraciones realizadas por este oscuro personaje tras las condiciones, explicadas por el ministro de Hacienda del Gobierno de España, para la concesión a la Generalitat de 3.034.000.000 de euros (504.815.120.000 pesetas; en letra: quinientos cuatro mil ochocientos quince millones ciento veinte mil pesetas, que no es moco de pavo) para sufragar las deudas que la Generalitat de don Artur Mas y de don Andreu Mas-Colell, tiene contraídas con proveedores de servicios públicos fundamentales en aquella región.

Don Artur Mas no tuvo empacho alguno en decir que tales condiciones eran una humillación a todos los catalanes, no sólo a los independentistas, y que era una "deslealtad" con Cataluña. ¡Fuerte cara! ¿Cómo puede hablar de deslealtad este tío? Viene incumpliendo sentencias judiciales reiteradamente y vanagloriándose de que no las va a cumplir. Organiza toda una deslealtad con el Estado desde su posición de representante de este en aquella Comunidad: la "desconexión" de España, la independencia. Y ahora se permite tildar de deslealtad, sin que se le queme la boca, las condiciones que se le aplican para que el dinero que le dota el Estado cumpla su carácter finalista y no se pierda, de nuevo, en las veleidades independentistas.

Y don Andreu Mas-Colell, consejero de Economía en aquella Comunidad, advirtiendo de que si tales condiciones "incluyen criterios políticos, el Gobierno catalán lo denunciará en todas las instituciones donde pueda denunciar" ¿Cómo es que el consejero de Economía pueda albergar dudas en que la morterada que le va a entregar el Estado incluyan criterios políticos? ¿Acaso no incluyen criterios políticos todas las partidas del Presupuesto de la Generalitat que él propone y ejecuta? ¿Acaso no son criterios políticos los que dan lugar a desviaciones de aquel Presupuesto, cuando no a simple despilfarro? ¡Ya está bien de victimismo!

A más a más, un efecto han producido estas condiciones a la morterada que se les irá dando, según vaya rindiendo cuenta el Interventor de la Generalitat de la ejecución del gasto. Cual efecto "stripsil", se les ha aclarado la garganta y hablan más en castellano estos ínclitos personajes.