Coño, Alberto, Pablo, mira que ya se lo habían advertido. Que no se puede ser el más listo de la clase porque te la preparan en cualquier momento. Que en este país no se puede tener éxito porque se disparan las espitas de la envidia y empiezan a pasarte factura apresuradamente.

Andaban Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos) en un debate en la Universidad Carlos III y les tendieron a ambos una preciosa red en la que entraron como un par de besugos. Les preguntaron cuál era su posición ante la Filosofía y qué libro recomendarían. Iglesias, enseguida, respondió que "La ética de la razón pura" y Rivera indicó que él venía del mundo del derecho y que para él Enmanuel Kant es un referente como filósofo y como jurista. Lo dejó ahí, pero el cruel espectador le dijo que le recomendara un libro concreto de ese autor y entonces hubo de reconocer que no había leído ninguno.

Estoy bastante seguro de que si preguntan por Kant en cualquier calle de España la respuesta más brillante que posiblemente se podría obtener es que alguien diga que es la forma culta de llamar a un perro. Así que Iglesias y Rivera tranquilamente se podrían haber ahorrado meterse en charcos de desconocida profundidad. Porque Kant jamás escribió una "ética de la razón pura", que sería más aristotélica que kantiana, sino una "Crítica de la razón pura" y aunque parezca lo mismo tener ética que hacer una crítica, realmente son cosas diferentes. Especialmente en un país donde algunos de los que más critican tienen a veces escasa ética.

Con lo fácil que es decir: yo de filosofía no tengo ni repajolera idea. Y quedas como un capitán general. Pero no. A presumir. El de la coleta del "ethos" y el JASP de yo no he visto la película pero vete a verla que está cojonuda.

Y es que se ponen a hablar y se les desparraman las neuronas. Lo que se está viendo en esta precampaña es insólito. Políticos en los programas del corazón, bailando en los platós, conduciendo coches a toda pastilla... ¡Qué espectáculo! Así dice Monedero que parece que andan todos esnifados. Están tan acelerados que a Pablo Casado, el joven aunque sobrado portavoz popular, se le ocurrió decir que "el terrorismo yihadista está más cerca de nosotros que Canarias". A ver. ¿Cómo que de nosotros? ¿Del PP? ¿De los madrileños? Porque si se refería a los españoles -como por cierto se refería- no se puede hablar del todo sin la parte, salvo que se quiera cometer -como por cierto es el caso- una monumental cagarruta dialéctica.

Lo que implica la frase de Casado es que mentalmente, como un perfecto y repelente godo, no piensa en Canarias como parte de "nosotros". Entendido tal "nosotros" como los españoles que como todo el mundo sabe para la gente que hace política en Madrid se define de la siguiente manera: conjunto de ciudadanos del Estado español comprendidos en un radio de aproximadamente diez kilómetros a partir de la Carrera de San Jerónimo (que no es un fraile trotando con la sotana arremangada, sino el nombre de la calle en la que se encuentra el Congreso de los Diputados).

Aplauso fuerte del Frepic Awañac para el portavoz del PP que ha excluido a las Islas Canarias del conjunto del Estado español. Los catalanes estarán morados de envidia. Pero en las Islas no habrá sentado bien la comparación. Más que nada porque en temas de terrorismo internacional igual no es muy bueno, no sé, pienso yo, comparar a los yihadistas con un territorio insular dedicado al turismo, de fácil acceso, cercano a cierto continente... Menos mal que Casado no tenía a Rajoy al lado, porque seguramente le habría dado una colleja, como a su hijo. Por inoportuno.

Pero no hay que tomarse las cosas a mal. No hay nada como el sentido del humor para desoxidarse. Como el de Juan Carlos Monedero, que se mofó en televisión de Albert Rivera diciendo, mientras se reía y se pasaba el dedo por debajo de la nariz, que lo había visto como quien hace una cosa que le deja "muy excitado". Claro que a Rivera no le ha hecho maldita la gracia y ha amenazado con denunciarle judicialmente por entender que sugiere que consume cocaína, algo que según él no ha hecho en la vida.

A Monedero tampoco le gustó en su día que algunos hicieran chistes con el dinero que había cobrado del Gobierno chavista de Venezuela -ese crisol de la democracia donde asesinan a tiros a un candidato en la tarima de un acto electoral- diciendo que él era "el monedero de Podemos" y que estaba bastante lleno. Y es que, como diría Kant (Gengis para los amigos), no es lo mismo hacer chistes que ser "el chiste". Porque "nosotros", los españoles de fuera de Madrid, que diría Casado, sabemos reírnos de todo excepto de nosotros mismos.