Los empresarios mantenemos como primera preocupación la supervivencia del negocio. Algo muy alejado de nuevos proyectos, inversiones o ampliación de mercados, que no sean imprescindibles para asentar la viabilidad del proyecto principal.

Esta premisa se da, sobre todo, en el sector de la construcción, que ha sido injustamente señalado como responsable de la crisis y la destrucción de empleo, cuando ha sido el sector más afectado y en el que mayor número de empresas se han destruido.

Nunca se ha entendido debidamente la temporalidad de su cometido, ni su importante aportación económica y social.

Cuando la construcción se mueve de manera saneada, aporta un alto valor a la economía, ayudando a dinamizar a otros sectores como ferreterías, tierras, cemento, aluminio, maderas, electricidad o suministros de la construcción.

A esto debemos añadir su importante contratación masiva de empleados de baja cualificación, de la que se nutre el mercado laboral canario, que llegó a tener 100.000 contrataciones más de las actuales, así como la contratación de segmentos de alta cualificación y autónomos, como agentes de innovación, medioambientalistas, arquitectos, ingenieros, abogados o economistas.

Un sector, además, que no pide subvenciones, sino que nutre a Ayuntamientos y Gobierno autónomo de tasas e impuestos, si bien sería de desear que dichas tasas municipales se ajusten más a la realidad de los proyectos, y no tuvieran como fin la sostenibilidad de unas arcas necesitadas por un excesivo gasto improductivo.

Como reivindicación prioritaria, destacan los constructores, que se les trate con igualdad de oportunidades en la licitación pública por su alta competitividad, una profunda simplificación administrativa y legislativa que agilice sus proyectos con la consiguiente cobertura de seguridad económica y jurídica, y la erradicación de la economía sumergida, que, por su competencia desleal, destruye parte del tejido empresarial.

No es mucho lo que pide, en términos económicos o políticos, y la economía canaria necesita de su aportación de riqueza y empleo.