Da la impresión al ver cómo se mueve el mundo desde Madagascar hasta Cataluña, que lo que prevalece es desenredar las madejas que han unido territorios, unas mediante violencias y otras con maridajes apañados para extender poderíos. Pero lo que se ha puesto en evidencia, y lo que funciona, es el artificio y las componendas establecidas a espaldas de la historia y de la voluntad de los pueblos.

Se habla de Europa, con mas énfasis que nunca después de la agresión terrorista sufrida, que hay que tender hacia esa unión política tan deseada y nunca realizada, donde cuando tocan clarines de guerra cada uno escurre el bulto como puede y dando explicaciones plagadas de infantilismo.

Se hace difícil entender este "escapismo" de algunos cuando la idea del Estado de Derecho no puede descansar exclusivamente en el Estado-Nación, ya que surge una nueva interrelación entre el Derecho Comunitario, el Autonómico y el Transnacional, que hace que la soberanía se comparta entre las diversas instancias y en función de los ámbitos asignados a cada uno.

En Europa deben encontrarse todos los Estados y colectividades territoriales sub-estatales, por llamarlas así, donde Canarias no debe permanecer ajena a esta nueva situación para no crearse frustraciones ni nostalgias imperecederas.

Habrá que reafirmar y no perder de vista que el Estado plurinacional es el fundamento sociopolítico donde nos movemos; alejarnos es perder el tren de la historia y quedarnos como testigos mudos de la misma.

Las naciones sin Estado que de una manera u otra pertenecen a esa situación, Canarias debe estar en ese escenario, y si no ahora, si debe buscarlo con ahínco y alerta política, por mera supervivencia donde tendrá que emerger con una soberanía compartida y sentirse pueblo, nación, para constituirse como sujeto histórico que decida y exija.

Las políticas nacionalistas de Canarias deben dirigirse por ahí; y aun cuando lo que prima es abarcar las posibilidades de un mejor bienestar para nuestro pueblo, no debemos dejar atrás la "alta política", que nos situará en el espacio que nos corresponde, y hacerlo sin miedos ni timorateces.

No llegaremos a alcanzar la potencia de Cataluña, con una base social nacionalista amplia, pero sí hay que tomar nota que el poder está en los votos, en la masa social que apoya al nacionalismo canario.

Y si esta ha menguado, por las razones que sean, hay que desbrozarlas, estudiarlas, manejarlas con tino para no perder comba ante el escenario confuso e incierto que nos espera, donde debemos tener las ideas claras y saber hacia dónde pretendemos dirigirnos, puesto que el inmovilismo es inquietante, desespera. Adelantarse a los acontecimientos es requisito indispensable para la nueva política, por lo que hay que estar en ello y tener el tiempo histórico amarrado, porque de lo contrario se nos escapará de las manos.