Lo bueno que tienen las campañas electorales es que uno tiene la oportunidad de ver cómo los líderes nacionales aprovechan algunos fines de semana para venirse a Canarias a hacer campaña y decirnos sus importantes ideas sobre los problemas de las islas. Es muy de agradecer, teniendo en cuenta que después y durante cuatro años no vuelven a acordarse de nosotros.

Hace muchísimos años, un periodista fantástico, Francisco Cansino, plasmó en una pregunta sarcástica eso de acordarse de los ciudadanos cada cuatro años. Daba una rueda de prensa un conocido diputado socialista canario en la sede del Gobierno Civil -entonces no era un mausoleo, como hoy- y comenzó su comparecencia ante los medios diciendo si alguien tenía alguna pregunta. Paco, tomando la palabra, le pregunto "inocentemente" cuál era el motivo de su visita a las islas. El diputado canario, sonriente, empezó a hablar y de repente se paró en seco y dijo atropelladamente: "¡Eh! Oiga. Que yo soy diputado por Canarias. Yo no vengo de visita". Lo que no evitó las carcajadas de todos los presentes.

Hoy todo el mundo está de visita. Los problemas de las Islas tienen una perfecta solución. ¿La caída de la agricultura? Pues potenciar el autoconsumo. ¿Potenciar una industria moribunda? Pues invertir en investigación y desarrollo. ¿Las ventajas fiscales del REF? Pues evitar que sirvan para la intermediación empresarial. Todo muy claro y muy fácil. Hasta que lleguen otros cuatro años y nos demos cuenta de que estos tiempos de propaganda son un espejismo y una falsa cornucopia.

Estas elecciones son, más que nunca, una incertidumbre. Pero de las pocas cosas claras que se pueden afirmar ahora es que no habrá un Gobierno de mayoría absoluta. Estamos, pues, ante un nuevo periodo en el que vamos a enfrentar una nueva legislatura que implicará a varios protagonistas. Para Canarias supone un escenario complejo. Porque los asuntos que están sobre la mesa implican renegociar la forma del Estado, la configuración de la financiación territorial, la solidaridad entre unas regiones ricas y otras -como nosotros- pobres. De ese discurso escuchamos bastante poco.

No hay soluciones para las Islas que no pasen por la manera en que se tratarán nuestras peculiaridades por el resto de España. Y para cuando llegue ese momento, más importante que el resultado de las elecciones será la capacidad de todos los partidos de Canarias de plantear un estatuto canario dentro de las políticas de Estado. Las Islas no pueden seguir dependiendo de la voluntad arbitraria y volátil de gobiernos que hoy cierran la espita de las inversiones y mañana la abren, que hoy nos hurtan los convenios en carreteras o en empleo y mañana dicen que los van a recuperar. Nuestras deficiencias son estructurales y nuestras políticas deben serlo también. Esa es la gran lección que hemos aprendido -la letra con sangre entra- en cuatro años de recortes más o menos justificados.

Las palabras son aire y van al aire. Y las promesas electorales son lágrimas que van al mar. Por eso escucho soplar este viento político de ahora con más escepticismo que otra cosa. Y algo de cansancio, también.