Omar Perdomo vive sus días más felices. Titular por segunda jornada consecutiva, ya ha marcado tres goles en el fútbol profesional y presenta una evolución como futbolista que no deja ver su techo. Los elogios le llueven por todas partes. Su entrenador, Pep Martí, desgranaba así sus virtudes: "Verticalidad, habilidad, potencia y buen tiro". Añadía una que no resulta tan aparente, pero que agradecen los profesionales. "Está muy implicado", dijo. Otros, dentro del club, utilizan una palabra distinta: "Hambre".

Así ha sido desde su llegada al Tenerife en enero de este año. Para el grancanario, que cumplió 22 años el pasado 3 de julio, era la última oportunidad de llegar lejos en el fútbol profesional. Ya sea porque eligió mal o por los caprichos de este bendito deporte, el extremo llevaba cuatro años sin encontrar su sitio. Debutó en Segunda B con el Universidad de Las Palmas durante la temporada 10-11. Allí disputó cinco encuentros y llamó la atención del Atlético de Madrid por primera vez.

Esa etapa inicial como colchonero resultó efímera, por lo que regresó a su isla natal meses más tarde. La UD Las Palmas fue su destino durante dos campañas (11-12 y 12-13), pero tampoco allí encontró abiertas las puertas del primer equipo. Su futuro pareció ensombrecerse y tuvo que dar un paso atrás para coger impulso. Empezó la campaña 13-14 en el Unión Viera, pero volvió a recibir una llamada desde la capital de España. De nuevo el Atlético. Y por segunda vez, la decepción. Ya con 21 años fichó por el Estrella. El Tenerife, que le siguió en cada etapa, vio su oportunidad y no lo dudó.

Pero fue una llamada de sus representantes la que alertó al club blanquiazul de la posibilidad de dar el paso y conceder a Omar su "última oportunidad". Así la consideraron desde el propio entorno del jugador. Nada más llegar se estrenó con el Tenerife B y pronto adquirió la condición de titular habitual con Quico de Diego. En el programa de "premios" para los canteranos, Agné aceptó que se ejercitara con los mayores y lo sedujo casi de inmediato. Debutó en la jornada 37 y se quedó. Cinco partidos, tres como titular, y 278 minutos. Suficiente para, aunque luciendo el 38 a la espalda, subirlo definitivamente al primer equipo. Ahora ha encontrado el camino que otros le negaron. Lo ha hecho en el Tenerife, con el que acaba contrato el 30 de junio de 2016. Pero Sesé Rivero, su valedor, se guardó un as en la manga: una cláusula unilateral para ampliar una campaña más su contrato. Vence en mayo. Y no parece que haga falta llegar a esa fecha para decidirse.