La presunción de inocencia es una virtud que siempre nos otorgamos a nosotros con el mismo entusiasmo con la que se la negamos a los demás. La campaña electoral en Canarias ha sufrido un brusco aumento de temperatura con la noticia de que la Fiscalía de Las Palmas está investigando a la cabeza de lista de Podemos, la magistrada Victoria Rosell. ¿Por qué? La jueza llevaba la instrucción de una causa contra el empresario y presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, que coincidió en el tiempo con las negociaciones de la compra del uso de una frecuencia de radio por ese mismo empresario a la pareja de la jueza, el periodista Carlos Sosa. La coincidencia temporal no huele demasiado bien, pero de ella no se puede deducir automáticamente que la conducta de la magistrada merezca reproche.

Sin embargo y como casi siempre, en este tipo de casos, al contrario que en las novelas, lo importante es el principio y no el final. Rosell puede ser perfectamente inmaculada, pero ya salió en la foto. "La Fiscalía investiga a la ministra de Justicia de Podemos" es el titular con el que ayer abría El Mundo. Como es obvio, en toda la información se destilaba la sutil sugerencia de que un partido que presume de su limpieza frente a la "casta" no puede permitirse llevar en sus filas a una persona bajo sospecha. Y que encima es jueza. Y que iría a la cartera de Justicia.

El comportamiento de la nueva izquierda ha sido en estos casos como los bíblicos sepulcros blanqueados, lavados por fuera y apestosos por dentro. Ha juzgado todas las denuncias por el mismo rasero, ha lanzado un discurso radical que nunca entendió de matices y ha clamado por el apartamiento inmediato de cualquiera que sea apuntado por la mira de la Justicia.

Es fácil hacer de pirómano cuando lo que se queman son las barbas del vecino. Pero luego pasa el tiempo y las cañas se vuelven lanzas. Y la nueva izquierda, intolerante e intransigente con cualquier atisbo de corrupción, se vuelve importante y aparece en las quinielas de gobierno. Y de repente sus liderazgos se vuelven vulnerables al escrutinio malicioso de la prensa o la justicia. La pareja de Pablo Iglesias tuvo que hacer una desaparición mediática radical después de pasar por la trituradora informativa. A Monedero lo vistieron de capuchino por el dinero de Venezuela y ha estado haciendo silenciosa penitencia hasta esta campaña. Y a Rosell quieren laminarle la carrera política antes incluso de que la haya empezado.

¿Puede ir en las listas una persona investigada? Claro que sí. Todo el mundo es inocente hasta que un tribunal le condena en firme por algún delito. Recortar derechos y libertades en base a futuribles es liquidar a los valores ciudadanos. La justicia preventiva no es justicia. Pero Podemos no se ha caracterizado precisamente por compartir esa opinión. Ahora que el caso les afecta posiblemente descubran que una persona inocente no puede ser precondenada por los tribunales paralelos y espurios de los partidos y los medios de comunicación. Nunca es tarde para aprender algo nuevo.