Durante las décadas en las que ETA fue uno de los principales problemas del país por sus atentados, nueve ciudadanos canarios fallecieron en otros tantos atentados de la banda terrorista que exigía la independencia del País Vasco. Aún hoy, más de 37 años después de la primera de esas muertes violentas que golpearon al Archipiélago, siete de esos casos de víctimas del terrorismo etarra continúan impunes. Es decir, casi un 80 por ciento. Ninguno de esos actos ocurrió en las islas, pero las "otras víctimas", padres, esposas o hijos, por ejemplo, sí residen aún en Canarias. El colectivo Dignidad y Justicia, bajo la dirección letrada de Miguel Ángel Rodríguez Arias, ha llevado varios de estos casos impunes en todo el territorio nacional a la Audiencia Nacional.

Uno de los asesinados fue el Policía Nacional José Benito Díaz García, que en 1978 tenía 27 años y una hija. Estaba casado y era natural de El Porís de Abona, en Arico. Sufrió un atentado el 13 de octubre de ese año. Viajaba en un todoterreno policial. Junto a otros dos agentes, se dirigía al sanatorio de Santa Marina, en Bilbao. Las víctimas se encontraron con fuego cruzado de varios terroristas que estaban ocultos. Les dispararon con subfusiles, pistolas y escopetas de caza. En el acto murieron sus dos acompañantes y el policía tinerfeño resultó herido de extrema gravedad y pereció 12 días más tarde.

El 17 de abril de 1979 fue asesinado Juan Bautista García, natural de Las Palmas de Gran Canaria. Tenía 24 años y era Guardia Civil. Minutos antes, su novia, que residía en Leiza, lo acababa de informar de que estaba embarazada y ambos se iban a casar. Bautista regresaba al destacamento de Tolosa y recibió un disparo en el pecho. Hacía poco más de un mes había descubierto una bomba bajo su coche. El día de su muerte realizó cinco disparos con su arma para alertar de su situación. Fue auxiliado por un estudiante de medicina y un camionero, pero falleció en el traslado al hospital.

José Manuel Amaya Pérez era un submarinista que regresaba de competir junto a su equipo en Oviedo. Estaba en el aeropuerto de Barajas el 29 de julio de 1979. Una maleta bomba cargada con seis kilos de amonita acabó con la vida de Amaya, que tenía 32 años. Estaba casado y dejó dos hijos.

El coronel de caballería Aurelio Pérez-Zamora Cámara, de Santa Cruz de Tenerife, murió en un atentado de ETA militar en Bilbao el 19 de septiembre de 1979. Pérez Zamora viajaba en el asiento trasero de un todoterreno en dirección Gobierno Militar. Al pasar por debajo de una autopista, el vehículo fue ametrallado. El soldado que conducía resultó herido leve y el comandante que viajaba en el asiento del copiloto pereció en el acto.

Pérez Zamora fue trasladado al hospital de Basurto, a unos 400 metros del lugar de los hechos, donde finalmente falleció poco después.

El pescador que quiso ser policía nacional

José Benito Díaz García nació en 1951 en la costa del municipio de Arico, concretamente en El Porís de Abona. Su madre, Carmen García, más conocida por "Dora", recuerda que "desde pequeño era una hormiga para trabajar". José Benito nació en un paraje agreste y aislado del Sur de Tenerife. En la calle La Sarnoza, entre El Porís y La Punta, se encuentra el domicilio familiar donde creció José Benito. Durante años trabajó como pescador en barcos de la zona y como albañil. Y es que su padre también se dedicaba a la construcción y, de hecho, trabajó en uno de los hoteles más conocidos del Puerto de la Cruz. Desde que era joven tenía intención de llegar a ser agente de la Policía Nacional. Su madre recuerda que en la familia lograron convencerlo de que no accediera al cuerpo de seguridad. Y explica que esa sugerencia, que fue aceptada por José Benito en un primer momento, se la planteó "por lo mismo, porque sabíamos lo que había", según explica Dora con lágrimas en los ojos. Explica con serenidad que "lo que quieren los padres para los hijos es que no les pase nada". Con los años, Díaz García se casó y tuvo una hija. Su intención de ingresar en la Policía le volvió a rondar la cabeza y finalmente aprobó las pruebas de acceso. Su primer destino fue el País Vasco. Sufrió el atentado cuando llevaba 13 días en Bilbao. Quedó herido de gravedad y 12 días después falleció en el hospital. José Benito se casó con una joven de Arafo y su hija tenía 11 meses cuando el agente fue asesinado a tiros. Díaz García no pudo ver crecer a su niña, que hoy ya es madre de dos hijos. José Benito era el mayor de otros cuatro hijos de Carmen y su marido, que les han servido de apoyo. Se muestra dolida al decir que "nos tocó esa desgracia". Recuerda a su hijo con la sonrisa siempre presente. Sobre los autores de la muerte de su hijo señala que "ni los han cogido ni los cogerán ya". La mujer y la hija de José Benito se han beneficiado de las ayudas del Estado, pero a Carmen únicamente le ha quedado el dolor del hijo asesinado.

El guardia civil José Torralba López

José Torralba López falleció a los 23 años, cuando ejercía de Guardia Civil en Irún. Sufrió un atentado pasadas las ocho de la noche el 16 de abril de 1980. Pasó gran parte de su vida en el cuartel del Instituto Armado de Granadilla de Abona, donde estuvo destinado su padre. Torralba López, junto a su compañero Luis Martos García, también asesinado ese día, se encargaban del control de camiones que transitaban por la frontera Irún-Francia. Cuando verificaban los papeles de uno de estos vehículos junto al puente Santiago, en la frontera de Irún con Hendaya, varios miembros de ETA se acercaron por la espalda y les dispararon dos ráfagas de metralleta. Ambos recibieron 38 tiros.

El cabo primero Santiago González de Paz

Santiago González de Paz era vecino de La Palma, tenía 31 años y era padre de dos hijos. Trabajaba como cabo primero de la Guardia Civil en Santurce (Vizcaya). González de Paz salió de su domicilio para incorporarse a su trabajo en el puerto el 17 de octubre de 1981. Se introdujo en su vehículo, aparcado a la puerta de su casa. Al arrancarlo, tres terroristas de ETA lo atacaron con disparos de sendas pistolas. La víctima fue alcanzada por tres disparos, uno en la cabeza y dos en el pecho, que le produjeron la muerte instantánea.

El luchador y policía nacional Ayala I

José Francisco Hernández Herrera era natural de Tegueste y fue asesinado cuando tenía 34 años de edad, estaba casado y era padre de dos hijos. Durante años practicó la lucha canaria, deporte en el que se le conocía como Ayala I. Hernández Herrera formaba parte de una de las dos dotaciones de la Policía Nacional que el 18 de noviembre de 1990 regresaba de prestar sus servicios en el campo de fútbol de Santurce. Cuando el convoy circulaba por la carretera de Cabieces, un camión bomba cargado con 200 kilos de amonal y otros tantos de metralla explotó.

La labor de la Asociación Dignidad y Justicia

En la documentación recopilada por la Asociación Dignidad y Justicia se dice que todos los hechos fueron denunciados ante las autoridades españolas y que inicialmente se abrieron diligencias de investigación penal, de las "que no se ha vuelto a tener noticias y cuyo estado actual se desconoce". El colectivo sostiene que no se ha hecho una investigación oficial efectiva e independiente, como exige el artículo 2 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos.