La escritora y narradora argentina Liliana Cinetto, autora de más un centenar de libros para niños, es una firme defensora de la poesía y de la narración oral, labor que desarrolla desde al año 1989. Esta inquietud por compartir sus historias con sus semejantes a viva voz la ha traído al Festival de Los Silos por quinta vez. Este año se encargó de la conferencia inaugural, además de ofrecer varias sesiones de cuentos, en una de las cuales va a contar historias de la Biblia en la versión de la autora argentina Graciela Beatriz Cabal.

Esta profesora de Literatura considera que el Festival de Los Silos, que continúa hoy con numerosas actividades y se clausurará mañana, lunes, es digno de admiración por haber llegado a tener veinte años y haber conseguido ofrecer una programación tan amplia y variada.

"Demuestra que es un trabajo muy serio que comenzó hace veinte años. Este fue el primer festival internacional al que asistí, allá por 1997, y me mostró un universo de la narración y de los cuentos sorprendente. Es un festival en el que el pueblo se convierte en un lugar mágico. Este año mucho más porque la gente del pueblo ha decorado sus puertas con libros y ha tratado de que el municipio se convierta en una escenografía para el Festival. Como dice el tango, veinte años no son nada, pero sí que son".

Esta amante de la literatura reconoció que el encuentro tinerfeño le abrió los ojos a la hora de conocer las múltiples maneras que existen de contar historias, abanico que pudo comprobar con los numerosos narradores que han pasado por este evento y han coincidido con ella en las cinco ediciones en las que ha participado.

"Cada edición en la que he tenido la suerte de participar me ha enseñado muchísimas cosas y me ha permitido escuchar voces que vienen de todas partes del mundo y que cuentan historias que a todos los seres humanos les gusta escuchar. Está claro que no hay edad para escuchar historias, a los niños, por supuesto, les encanta, y los adultos disfrutan muchísimo".

Cinetto tiene muy claro que la naturaleza de los cuentos que se narran no tienen porqué ver con la procedencia geográfica o del ámbito del narrador, sino con su personalidad. "Cada contador impone su impronta. He escuchado el mismo cuento por distintos contadores y el cuento es otro, porque tiene otra voz, otro cuerpo y otra apuesta diferente. Creo que depende más de la personalidad (...). Hay muchas historias que se repiten en muchos lugares, incluso cuando esos países no han tenido un contacto cultural entre ellos".

La probada experiencia literaria de la escritora argentina, con más de cien títulos publicados, está tamizada por un estilo en el que están muy presentes la poesía y el humor. "Tengo muchos libros de poesía que los chicos adoran, porque la poesía es el primer contacto que los niños tienen con la literatura. Está teñida de afecto porque es lo primero que escucha el niño cuando tiene hambre, o frío, o cuando a un bebé le duele la panza, es algo que le canta su mamá, su abuela, o la persona que le está cuidando (...). Eso es la poesía de tradición oral. El pequeñito no entiende las palabras, pero le gusta esa musicalidad, esa rima. También uso el humor, porque me gusta que los niños disfruten de lo que están leyendo y tengan ganas de volver a leer, así que me gusta mucho hacer reír".

Este defensora a ultranza de la poesía cree que este género literario debería estar más presente en la infancia y en la vida. "Sobre todo en este mundo tan deshuma nizado últimamente y tan cruel (...). Rescato mucho la poesía, historias en verso y los antiguos romances españoles. Escribo mucha poesía narrativa, pero siempre está presente en un 90% de mis libros el humor, porque hacer reír no es nada fácil. Es algo muy serio y hay tanta pena en el mundo que me parece bien que la literatura nos haga reír".

Respecto a la forma de contar cuentos en Argentina y en Canarias, aclaró que en su país siguen más una tradición literaria que les ha obligado a llegar a la narración a través de los libros.

"No había tanta tradición en Argentina de que se contaran historias, como si ocurría en Canarias, de tradición oral. Donde yo nací, en Buenos Aires, me enteré de la narración oral a través de los libros e incluso cuando encontré cuentos de tradición oral. O sea que yo les llamo neonarradores urbanos, porque no recibimos esa costumbre de contar cuentos por vía oral. Tuvimos que construir un repertorio. En cambio, el narrador que recibió la tradición oral, escuchó un repertorio y lo va repitiendo. Me encanta escuchar a gente que me dice: eso me lo contaba mi abuela, o mi abuelo. Eso pasaba mucho aquí y no tanto en Argentina".

Esta narradora considera que el papel social del narrador de cuentos es y ha sido transcendental . "Históricamente, cuando no existía la escritura, el narrador de cuentos era el que preservaba la cultura de un pueblo, quien contaba los mitos, las leyendas.... Eran sus maneras de explicar ese mundo que veían y, como no existía la escritura, la única forma de mantenerlas era contar la historia una y otra vez. Ahora, como se ha acomodado con la escritura, sirve también como una invitación a la lectura".