Operarios del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife tiraron ayer una de las casetas del Pancho Camurria. Según la versión del consistorio, con autorización del propietario, según una persona que se puso en contacto con este periódico sin su autorización y con todas sus pertenencias dentro.

Pepe (nombre ficticio) asegura que estaba fuera cuidando coches para buscarse la vida y que cuando le avisaron y volvió ya se la estaban tirando. "Con mi ropa, el colchón y los muebles dentro", afirmó a EL DÍA.

Este hombre asegura que lleva residiendo en el Pancho Camurria desde 2012, aunque añade que en algunas ocasiones ha logrado residir en otros lugares. "Me han tirado la casa sin un orden, sin nada, sin avisar y advirtiéndome que me echara a un lado a ver si me iban a dar", explicó.

Pepe sostiene que sus vecinos pidieron a los operarios de que esperaran, que el propietario iba a volver, pero hicieron caso omiso. "Decían que iban a tirar tres, pero recogieron después de tirar la mía y se mandaron a mudar", añade.

"No lo entiendo, qué les importaba esperar a que sacara mis cosas, no lo entiendo", repite Pepe. Él dice que no usa el Albergue "para nada" y que se "busca la vida" como puede para subsistir.

Sobre qué va a hacer a partir de ahora, reconoce que ya le ha echado el ojo a una casa para meterse de okupa.

El consistorio, sin embargo, sostiene que tiraron la caseta con autorización de su propietario y que Pepe "pretendía ocupar la casa" y "no se le permitió". Asimismo, fuentes del ayuntamiento apostillaron que el propietario de la caseta "se fue a uno de los recursos que tiene el IMAS", en lo que califican como "un derribo consentido".

Pepe habla de un malentendido, en que un chico que recogió unos días y que ahora está en el Albergue dijo que la caseta era suya y que la podían tirar. El resultado final es una caseta menos y un okupa más.

De 30 personas a 15 en las infraviviendas en pocos meses

Fuentes del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife aseguraron ayer que solo quedan 15 personas alojadas en las casetas de la trasera del Pancho Camurria, de las 30 que había cuando el nuevo equipo de gobierno CC-PP se planteó como reto desmontar de forma paulatina y voluntaria el asentamiento. La idea que han manifestado era que intentarían convencer a las personas que residen allí para que abandonaran la caseta e, inmediatamente después, destruirla para que no pudieran ser utilizadas por nadie más. Sin embargo, desde diferentes esferas se ha criticado la falta de soluciones reales para personas que se encuentran en exclusión severa, ya que en muchas ocasiones pasan de unos asentamientos precarios a otros. Es el caso de algún residente en la Celgán que en la actualidad viene a ocupar una de las casetas del Pancho Camurria. Asimismo, una ONG que lleva alimentos al asentamiento también reconoció que alguien del IMAS les había "sugerido" que dejasen de hacerlo porque la finalidad es conseguir que esas personas desalojen y para ello no se les puede dar facilidades.