Metidos de lleno en la campaña electoral más complicada y -probablemente- más extraña de la reciente historia política española, estamos dejando pasar de largo noticias de extraordinaria importancia que ocurren fuera. La victoria de la oposición en las elecciones venezolanas, por ejemplo, abre una situación inédita en la república bolivariana, con Maduro acorralado en la Asamblea, pero con poderes extraordinarios suficientes para seguir gobernando la república. ¿Puede sobrevivir más allá de unos meses o semanas la cohabitación entre la oposición y el bolivarianismo? ¿Acatará Maduro el resultado de las urnas, ese fracaso estrepitoso de las candidaturas chavistas, o actuará para mantenerse en el poder? Esa es la incógnita que hoy preocupa a millones de venezolanos.

Cruzando el charco, Francia ha confirmado en sus elecciones departamentales el giro a la extrema derecha que ya se pudo percibir en las últimas europeas. Los atentados de París no han provocado la hecatombe del sistema político republicano, pero han servido a los lepenistas para afianzar sus resultados de entonces. Se trata tan solo de unas elecciones regionales, y de la primera vuelta. Es de suponer que en la segunda, muchos votantes de derechas optarán por respaldar el compromiso republicano y optaran por candidaturas de la izquierda moderada antes que dar su voto al revisionismo ultraderechista. Pero Francia es especial: las tensiones antieuropeas, el conflicto con la emigración y las últimas chaladuras del partido de Sarkozy dejan abierta la puerta a casi cualquier resultado.

En Estados Unidos, el atentado de San Bernardino, con 14 muertos, ha reabierto simultáneamente dos debates. El del control de armas en todo el país, y el que confronta seguridad con privacidad. En un país extraordinariamente alertado por el terrorismo islamista, pero poco consciente de sus verdaderos problemas de seguridad, la masacre de San Bernardino ha hecho olvidar que desde el 11-S ha habido en Estados Unidos más muertos por atentados supremacistas o de la ultraderecha racista que por atentados yihadistas. En su período final de mandato, Obama deberá cambiar su estrategia antiterrorista para hacer frente a este nuevo "terrorismo de garaje", protagonizado por los vecinos de al lado...

Frente a todas esas noticias, coyunturales a pesar de su importancia, la buena noticia es la Cumbre de París: los principales países del planeta, incluyendo China, han logrado cerrar un acuerdo global para reducir las emisiones de CO2 de manera sustancial. Es el primer gran avance planetario en la lucha contra el cambio climático, en un documento que pauta la reducción drástica de emisiones. Si no hay sorpresas de última hora, lo suscribirán antes del día 11 de este mes de diciembre 120 países, que suponen más del ochenta por ciento de la población mundial, y producen el 90 por ciento de CO2 que se emite a la atmósfera. En un ambiente generalizado de pesimismo y malas nuevas que nos llegan de fuera, que por fin se produzca un acuerdo global para frenar el cambio climático es sin duda un extraordinario acontecimiento.